Opinión | Trazos y travesías
Año nuevo, costumbres viejas

Cristina Pedroche
Nuestras predecesoras, cuando luchaban por el derecho al voto femenino, hablaban de la doble militancia con el fin de subvertir los espacios de poder únicamente dominados por hombres. El objetivo no era arrebatárselos, sino negociarlos y compartirlos.
«Subvertir espacios de poder» es una frase compleja, pero podemos estar seguros de que no tiene mucho que ver con dar las campanadas de fin de año semidesnudas, muertas de frío; eso sí, cobrando una buena cantidad de euros. Hay quienes piensan que aparecer en televisión de esa guisa ese día y a esa hora es ocupar un espacio de visibilidad empoderante para una misma y para otras mujeres.
Sin embargo, no parece quedar muy claro dónde está lo rupturista cuando el supuesto gesto revolucionario se consigue, una vez más, «gracias» a la cosificación sexual de nuestros cuerpos y de nuestra propia leche materna, ese líquido sagrado, caliente e íntimo que emana de nuestros pechos. Llevamos años cayendo en otra trampa disfrazada de una valiente elección individual.
Las feministas seguimos cabalgando hacia cada nuevo año con los mismos retos, pero conscientes de los avances que vamos consiguiendo a base de formación, información, lucha incansable, grandes dosis de humor y sin doblegarnos ni ante la tradición cuando resulta castrante en sus postulados, ni ante una modernidad de etiquetas rimbombantes y superficiales, pero individualistas y vacías
Aun así, tampoco parece un avance hacia la sororidad entre todas convertir el desacuerdo en un campo de minas, personalizando el insulto. Se trataría, más bien, de analizar la estructura capitalista y machista, que no es otra cosa que esta inmensa casa social en la que las mujeres seguimos entrando por la puerta de atrás a cualquier evento político y cultural, dando por hecho un rol protagónico que aún nos queda lejos.En pos de la diversificación de voces humoristas y tipos de cuerpo que divergen del canon impuesto por la mirada sexual de los hombres, TVE ha apostado por Lala Chús -junto a David Broncano- para dar las campanadas este año. La caverna machista, desde su previsibilidad, no ha tardado en rugir, atacando a la cómica por su imagen con mofas propias de su estrechez de miras. Poco después, los principales periódicos digitales de nuestro país convertían los datos de audiencia en una especie de contienda entre Lala y Cristina Pedroche, que en realidad no existe. Este empeño por enfrentarnos entre nosotras también es una estrategia naftalínica contra las mujeres.
Las feministas seguimos cabalgando hacia cada nuevo año con los mismos retos, pero conscientes de los avances que vamos consiguiendo a base de formación, información, lucha incansable, grandes dosis de humor y sin doblegarnos ni ante la tradición cuando resulta castrante en sus postulados, ni ante una modernidad de etiquetas rimbombantes y superficiales, pero individualistas y vacías.
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