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Opinión | La curiosa impertinente

Test de personalidad

Es suficiente echar una mirada dolorida a los telediarios para comprobar que vivimos un mundo en que la tríada oscura y toda la gama malévola de las personalidades domina el mundo

Hubo una época en mi feliz adolescencia en que mis hermanos y yo nos aficionamos a los test de personalidad. Contestábamos un cuestionario y según las respuestas poseíamos carácter flemático, apasionado, colérico o abúlico que era lo peor porque en los libros de historia de la época se asociaba a degenerado, pareja de adjetivos que describían al último Austria que encima murió sin descendencia, Carlos II el Hechizado, el pobre, pero que en mi casa no le correspondía a ningún hermano. Uno de ellos afirmaba no necesitar el test para saber que era flemático colérico, porque unas veces estaba tan campante y otras se enfadaba muchísimo. Y se quedaba tan contento. Entre risas y protestas nos autopsicoanalizábamos, etiquetábamos, discrepábamos y profundizábamos en esa psicología de andar por casa que sería todo menos psicología, pero era muy divertida.

Luego he sabido por la vida y por los libros que hay otro tipos de personalidades tóxicas de las que hacen daño sabiéndolo y sin saber. Entre ellas la tríada oscura que combina cualidades tan atractivas como narcisismo, maquiavelismo y psicopatía. Como ven suena bastante tenebrosa y los tres rasgos unidos implican, según la wiki, autopromoción, frialdad emocional, falsedad y agresividad. Monín el personaje que la posea.

Lo último de lo último, gracias a la información que no cesa a través de Internet es que existen, además de esa trinidad malévola, los denominados empáticos oscuros, un tipo de personas capaces de ponerse en el lugar del otro, aparentemente agradables a ratos, pero que sólo pretenden su propio medro.

Es suficiente echar una mirada dolorida a los telediarios para comprobar que vivimos un mundo en que la tríada oscura y toda la gama malévola de las personalidades domina el mundo de Oriente a Occidente. Faltos de empatía o empáticos oscuros, sólo se acercan al otro para aprovecharse de él, reprocharle, humillarle, utilizarlo o, sin despeinarse, aprovechar el dolor y el horror de una guerra para robarle sus tierras raras. A gritos y por televisión.

Carmen Martínez-Fortún es profesora

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