Opinión | Jueves sociales

Pepito Piscinas

Entre risas y memes no pensamos que detrás de cada fraude está el dinero de nuestros impuestos y todo lo que se nos prometió que se iba a hacer con ellos

Cerdán, Ábalos y Koldo García

Cerdán, Ábalos y Koldo García

Mucho internet, mucha inteligencia artificial y mucha modernidad de pega pero seguimos robando dinero público al mismo estilo casposo de la época de Pepito Piscinas. Hagan memoria: el bañador de rayas, ceñido, el torso peludo, la mirada lasciva y sandunguera del españolito medio que se dejaba los ojos detrás de las suecas y sus bikinis. El escenario es el mismo, la misma España que unta a las autoridades para delinquir a gusto, en discotecas de bola de cristal y sillones de terciopelo rojo. Y señoritas, que no pueden faltar en la nómina de ningún rumboso que paga las copas con dinero ajeno. Muchas señoritas. Y detrás de ese eufemismo, el cateteo feroz de un país que ve en la prostitución el culmen del estatus social, y no acaba de sacudirse el polvo de un camino que supuestamente dejamos atrás hace tiempo. Y duele, duele mucho, porque nos sentimos imbéciles e impotentes. Otra vez, pensamos, ha vuelto a pasar otra vez. La misma historia de siempre, solo cambian las siglas o los nombres o la ingenuidad de los votantes, los ciudadanos a los que se nos dijo hasta el aburrimiento que hacienda éramos todos. Y ahora cómo explicamos que no, que no somos todos, solo algunos, pero que hacen un daño infinito.

Cómo explicamos que no, que no somos todos, solo algunos, pero que hacen un daño infinito. Los tontos son los que pagan los impuestos; los listos, los que los dilapidan al estilo de a la manera de 1976, el año en que se rodó Pepito Piscinas, la película que representa a los farsantes que pretenden pasar por millonarios para ligar, aunque de sinvergüenzas graciosos o que pretenden serlo está nuestro cine lleno

Los tontos son los que pagan los impuestos; los listos, los que los dilapidan al estilo de a la manera de 1976, el año en que se rodó Pepito Piscinas, la película que representa a los farsantes que pretenden pasar por millonarios para ligar, aunque de sinvergüenzas graciosos o que pretenden serlo está nuestro cine lleno: Los tramposos, Torrente, Todos al suelo…y una larga lista que a estas alturas no debería definirnos, pero nos define. Luego nos quejaremos de que los jóvenes no votan o de que votan a quien les promete agitar el avispero para diversión de las redes sociales. Y así nos va, entre risas y memes, sin pensar que detrás de cada fraude está el dinero de nuestros impuestos y todo lo que se nos prometió que se iba a hacer con ellos: la mejora de las residencias donde viven nuestros padres, la climatización de las aulas de nuestros hijos, las viviendas inalcanzables de las nuevas parejas, la seguridad de nuestras casas, la inversión en el sistema educativo, el hartazgo y cansancio del personal sanitario, la precariedad de los empleos, la limpieza de las calles, la reforma de un sistema judicial atascado, la falta de empleo…esas nimiedades que no parecen importar en un país que sigue permitiendo que se robe dinero público a manos llenas, con total impunidad, como si aún estuviéramos en una España de bañadores de rayas, suecas inalcanzables y ladrones graciosos que no tienen gracia alguna.

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