M asivo, así ha sido el pasado fin de semana el vandalismo en Plasencia.

No importa si la hipótesis principal plantea que haya sido un solo individuo, ni tan siquiera el número exacto de vehículos con sus ruedas rajadas, que oscila entre 15 y 70, en opinión de los vecinos y afectados, dado que las fuentes oficiales no han publicado los datos recogidos, que, incluso pueden no ser absolutos, pues no todos los vecinos denuncian. Lo que importa es el hecho, aislado o no, de suma gravedad.

Ante esto, la solución está lejos de ser fácil. El alquiler es caro y no todo el mundo puede permitírselo. ¡Qué más quisiéramos los vecinos que tener un garaje o un techo donde cobijar nuestro medio de transporte, que tanto nos ha costado adquirir! Dejarlo en la calle es la única opción para muchos y con ello, exponerlo a que te rajen las ruedas, te arranquen los retrovisores, rayen la pintura o lo que se le antoje al delincuente de turno. Y la inseguridad en la calle aumenta con el paso del tiempo. Al menos yo me siento más insegura por la calle y la percepción de los que me rodean no indica lo contrario cuando, por ejemplo, un conocido me dice en plena plaza: «cuidado que llevas el bolso abierto» o «no dejes el bolso encima de la silla de al lado, mientras tomas algo en alguna terraza, por si algún desalmado pasa y tira de él».

Al parecer, los cuerpos de seguridad que tenemos en Plasencia y comarcas circundantes en estos momentos son insuficientes, por lo que sería necesario solicitar mejoras para que esto cambie, si es posible. Sin ir más lejos, en Jaraíz de la Vera, han aparecido quemados dos vehículos, dañado un tercero y el local frente al que estaban aparcados y tuvo que acudir una patrulla de la Guardia Civil de Talayuela, porque los efectivos locales estaban haciendo un servicio en Villanueva de la Vera, lo que implicó una pérdida en la capacidad de reacción a la hora de encontrar al culpable o culpables.

Exhibicionistas, violadores, abusadores, ladrones, o delincuentes menores que encuentran diversión haciendo daño parecen haber llegado a la zona de forma violenta, pues, es cierto que lo que antes era puntual y esporádico, hoy es bastante más frecuente y ya no solo acontecen en las grandes ciudades, sino también en los pueblos pequeños.

Puede que estemos seguros, no lo dudo, pero el miedo es libre mientras nos hace presos.