En diciembre del 2008, abría sus puertas en la calle Sancho Polo el comedor social Casa Betania de Cáritas. Hoy, más de diez años después y en la calle Trujillo, continúa atendiendo a aquellos placentinos que más lo necesitan, quienes «no podrían comer» si este espacio no existiera. Pero los tiempos han cambiado y Cáritas ha decidido dar un paso más, para que el comedor deje de ser un mero centro donde ir a comer y, con ayuda del usuario, pueda ofrecerle una salida a su situación para que sea capaz de retomar su vida sin necesitarlo.

Así, para coordinar las acciones de mejora, se ha constituido una comisión que ya ha mantenido varias reuniones. Iván Torres, coordinador del departamento de Acción Social de Cáritas, forma parte de esta comisión y ha explicado que, después de la Semana Santa, la intención es actualizar el protocolo que se ha venido utilizando en el comedor. Señala que se trata de un centro de «poca exigencia», sin embargo, el objetivo de Cáritas es «seguir avanzando en la calidad que prestamos» y, para ello, el objetivo será buscar «la promoción de los usuarios», es decir, que funcione también como acompañamiento y «apoyo en la búsqueda de empleo». Todo con la «corresponsabilidad de los participantes», explica.

Por tanto, el fin es que pase de servir únicamente para cubrir una necesidad básica a ofrecer una salida a sus usuarios, de forma que puedan obtener o recuperar una capacidad económica que les permita no tener que acudir al comedor.

Según sus datos, actualmente, este espacio da medio centenar de comidas diarias y funciona los 365 días del año. Unas 24 personas acuden y comen allí y otras 7 u 8 familias, con un total de 25 miembros, acuden para recoger comida y llevarla a sus casas.

El perfil del usuario es el de una persona mayor de 50 años que «no llega a final de mes porque tiene que subsistir con una renta básica de 400 o 500 euros».

Esa cantidad de comidas, unas 18.250 al año, suponen un elevado coste para Cáritas, que hace el servicio deficitario en términos económicos. Por eso, Torres apela también a la colaboración ciudadana y solidaria de los placentinos. Igualmente, todos los voluntarios son bienvenidos, aunque en este caso hay unas 18 personas que se turnan para ofrecer el servicio diario.

Son personas anónimas y se trata de un «recurso silencioso» para quien no lo necesita, pero que es vital para placentinos sin hogar o que aún no han conseguido salir de la crisis.