Lo estamos intentando, o eso quiero creer, al menos la gran mayoría. Al igual que las instituciones y el sistema en general. Aunque como somos borregos, siempre hay ovejas negras que han de dar la nota discordante o llamar la atención, saltándose las normas o yendo a su aire, haciendo lo que les da la gana sin empatía hacia los demás o remordimiento alguno por las consecuencias de su ausencia de responsabilidad. Cansada de leer en las redes sociales cuántos nos hemos encontrado con irresponsables desde el fin del confinamiento, cifra proporcional a la libertad legal.

Los hechos lo demuestran por desgracia, el número de personas contagiadas continúa aumentando. Las residencias privadas y algunas públicas han prohibido las visitas.

La vida sigue para lo bueno y para lo malo. El virus trata de sobrevivir en sus huéspedes y nosotros de controlarlo. A veces gana y otras pierde, gracias a nuestra lucha diaria por la vida. Del mismo modo que, durante el obligado encierro, la naturaleza recuperó espacios que le habíamos arrebatado, así nosotros tratamos de recuperar una realidad que se parezca lo máximo posible a la perdida normalidad.

Se están abriendo plazos e instituciones, para solicitar plaza o becas en guarderías o centros educativos entre otros. Se reactivan tímidamente los empleos. La cultura regresa a teatros o espacios al aire libre, donde poder representar su reinventado trabajo y bajo unas estrictas y exigentes normas de seguridad y sanitarias.

Aunque no para todos es igual. En esta era digital, la pandemia ha obligado a priorizar lo virtual sobre lo real. La pérdida de la comunicación cara a cara y el distanciamiento social han conseguido agudizar la brecha social y con ello, complicar aún más la existencia de quienes no disponen de recursos a su alcance como la gran mayoría. Las gestiones telemáticas siguen sin estar al alcance de toda la población y lo que, para la mayoría es un mero trámite, para las personas mayores o sin recursos, resulta un gran inconveniente.

También protegiéndonos podemos ayudar y facilitar de otro modo, que la vida también siga para esas personas que lo tienen aún más difícil que el resto, solo es cuestión de humildad y solidaridad.