¿Dónde se han comido siempre los mejores torreznos a la plancha acompañados de un buen quitapenas? En Plasencia, lo tienen claro, en La Herradura. Este bar de la calle de los Vinos, por el que han pasado generaciones de placentinos y comarcanos dirá adiós el próximo 3 de junio, en este caso, no por los efectos del covid sino porque a su propietario, Salustiano Rodríguez, le ha llegado ya la edad de jubilarse.

De hecho, cuenta sonriente que se ha pasado un año porque tiene 66, pero tiene una cosa clara: “Tenemos una vida nada más y ahora toca disfrutar, tener un poco de vida”. Porque Salustiano en la barra y su mujer, Mariví Sancho, en la cocina, han echado muchas horas en La Herradura, en las fechas más destacadas, como la feria o el Martes Mayor, ayudados por sus hijas, que siempre les han apoyado y de las que se sienten “muy orgullosos”.

Salustiano explica que en el año 1989, llegaron desde el País Vasco, donde él llevaba 17 años trabajando en una fábrica que cerró. Sin conocer el mundo de la hostelería, se liaron la manta a la cabeza y abrieron el bar en 1990. Se cumplen por tanto 31 años de trayectoria de los que hace un balance “positivo total, no nos arrepentimos de nada”.

La pandemia

Recuerda que los primeros años no fueron malos, al contrario. “Empezamos muy bien, los primeros quince años fueron de cine, el bar estaba siempre lleno”. No tiene dudas de que lo peor ha llegado con la pandemia. “El último año ha sido criminal con diferencia, por todas las prohibiciones, el miedo al virus, el tener que estar constantemente diciéndole a la gente que se pusiera la mascarilla, que se separara, no es agradable”.

Además, nunca pensó que pondría mesas con sillas en el interior del bar, por su limitado espacio, pero le han entrado cinco, más otras tres en la calle. En ellas sigue sirviendo las especialidades de este matrimonio, los torreznos a la plancha, que hace él en vivo, los bocadillos de chipirones, los morros y el quitapenas.

Cuando ha anunciado en sus redes sociales que cerraban, no han parado los mensajes de tristeza. “Nos da pena cerrar, tenemos una cosa en el corazón porque todos los clientes son amigos y todos nos dicen que no nos vayamos”.

Pero Salustiano y Mariví quieren descansar en su casita en el campo, con sus perros y, “sobre todo, queremos viajar”. El domingo 30 de mayo, desde las cinco de la tarde, invitarán a una consumición y torreznos a todos los clientes que quieran despedirse y, el 3 de junio, La Herradura cerrará. A sus clientes les manda un mensaje “de gratitud, es muy difícil que yo diga que he tenido un cliente malo. Todos son amigos y eso te alegra y te emociona”.