La vida de Edward Kingtimbuktu ha sido un ir y venir y nunca mejor dicho porque, nacido en Sudáfrica, con apenas 12 años marchó de polizón en un barco que le llevó de Angola a Alejandría. Hoy, con 50 años, es un apátrida que trabaja como ayudante de cocina en Cáritas, en Plasencia. Todos sus amigos y a los que conoció en sus viajes "están muertos y yo me pregunto por qué yo no", afirma. Porque él vive ahora "un sueño".

Es un ejemplo de dónde se invierte el dinero que se recauda al marcar la X destinada a fines sociales, la casilla 106, en la declaración de la renta. Iván Torres, de Cáritas y Jesús Palo, de Cruz Roja, han hecho un llamamiento en Plasencia a marcarla y han querido contar con Edward para ponerle cara al destino de esa X.

"Cáritas me acogió cuando me quedé sin dinero en Plasencia y pude seguir adelante y hasta tengo un contrato de trabajo. Estoy vivo y eso es lo que importa".

Porque desde Alejandría viajó a Costa de Marfil y luego, de nuevo de polizón, a Senegal. Trabajó como marinero en un barco que descargaba material en Gran Canaria, donde el capitán "nos dejó". Fue detenido y expulsado. Dos años después, compró un pasaporte -no era la primera vez- y viajó en un barco frigorífico, de nuevo con destino a Gran Canaria y de nuevo expulsado.

También ha viajado de polizón a Barcelona, pidió asilo en Valencia y se lo denegaron y, además, le diagnosticaron "un tumor en el corazón. Me iba a morir, no quería seguir viviendo, pero una médico me ayudó".

Gracias a Cruz Roja, se formó como ayudante de cocina y también estudió ebanistería artística. Pidió el asilo por razones humanitarias y también se lo denegaron. Hasta que llegó a Plasencia. Hoy es un apátrida, pero al menos tiene trabajo y puede contarlo. "Merece la pena marcar la X", subraya.