Pueblo con nombre de santo en la provincia de Cáceres: San Gil. Puede que digáis que ni llega a pueblo y así es pues, administrativamente, no cumple los requisitos que establece la ley para ello pero, se pasa como Entidad Local Menor (E.L.M.). Una demarcación formal territorial con entidad jurídica propia, desde hace veinticinco años, independiente del término municipal al que pertenece (Plasencia), donde la verdadera fuerza emerge de sus trescientos veinte habitantes, quienes hacen que la palabra comunidad manifieste su más amplio significado y la atribución al santo de auxiliador, sea su leitmotiv, haciéndola suya al proporcionarse una mejor vida entre todos.

Es sin duda, el fruto de la unión del esfuerzo de aquellos primeros colonos que, hace ya cincuenta años, decidieron asentarse allí y salir adelante con duro trabajo, mientras creaban su propia historia día a día.

Conocido por su solidaridad y buen hacer cumple, para bien, con el refrán cuando el río suena, agua lleva, en este caso, agua cristalina a pesar de que muchos la quieran enturbiar, pues sobran los motivos por los que se ha granjeado esta fama a pulso. Empezando por su alcaldesa, Esther Sánchez Tapia (Kalessy para los amigos que sabemos bien de su bendita locura friki, sensible y guerrera donde las haya), conocida gratamente por dar voz y no silenciarse a las injusticias o adversidades y cuyo afán de servicio por el compromiso encomendado como cargo político lleva hasta las últimas consecuencias. Y siguiendo, por otra seña de identidad como la alianza establecida con las personas con discapacidad intelectual que conforman Placeat Plena Inclusión, donde sus usuarios realizan actividades en las que la palabra barrera, prácticamente, no existe.

Y ahora, esta pequeña gran E.L.M., que no llega a municipio, ha sido galardonada con el premio San Pedro de Alcántara 2021. Merecido reconocimiento que otorga la Diputación de Cáceres al Impulso de la Participación Social en el Municipio, por su proyecto S. Gil #dondehabitanlasemociones, que viene llevando a cabo a lo largo de un año, con el único objetivo de convertirse en un espacio vital plenamente inclusivo, donde cada uno de los que allí habita y quienes tenemos la suerte de pasar por este pequeño gran hogar fantástico, inevitablemente, recibimos una buena dosis de emoción.

Un claro ejemplo de que con buena voluntad y colaboración, de un modo u otro, todo es posible. ¡Larga vida!