Ser maestro o profesor es vocacional, se sobreentiende una implicación con su alumnado. Sin embargo, esta es todavía mayor en el Colegio San José Sociedad Cooperativa de Plasencia, centro escolar de la ciudad que funciona como cooperativa, en la que la mayor parte de sus docentes, 17 actualmente de 24, viven el colegio como propio.
Porque son docentes y cooperativistas. Empezando por Vicenta Domínguez, directora del centro y de Secundaria, presidenta de la entidad titular y además, una de las fundadoras de la cooperativa, hace ya 25 años.
Recuerda junto a María Teresa Pulido, directora de Infantil y Primaria, que, en sus inicios, las religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos se encargaban del internado y de la enseñanza, pero llegó un momento en que «no tenían suficientes religiosas para dar clase, no podían seguir con la enseñanza».
Así que las opciones eran que el colegio desapareciera o crear una cooperativa o similar. Vicenta señala que, en esos momentos, había diez profesores ejerciendo, que fueron los que fundaron la cooperativa y en un momento además complicado porque «había que empezar a implantar la ESO».
Pasarían entonces de ser únicamente docentes a gestores del centro escolar. Hubo un par de años de transición, entre 1994 y 1996, años en que «estábamos a tope de alumnos». Además, no se trató simplemente de un cambio de gestión sino que los cooperativistas tuvieron que afrontar diversos gastos, como las obras que hubo que realizar al principio. «Fue muy duro, la inversión salía del bolsillo de los cooperativistas».
"Aquí no miramos el reloj, no vamos a las nueve y nos vamos a las dos"
Fue en 1996 cuando comenzó a funcionar oficialmente la Cooperativa San José y les tocó el reto de la implantación de la nueva Ley de Educación, obligatoria hasta los 16 años
Vicenta recuerda con satisfacción que «la gente siguió confiando en nosotros, no se fueron alumnos» y mantuvieron y continúan manteniendo «muy buena relación» con las religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos.
A su vez, San José es un colegio concertado, lo que significa que recibe una cantidad económica de la Junta de Extremadura. Con ese dinero, «llegamos hasta donde llegamos, hacemos lo que nos permite el dinero y, cuando no se puede, pues se deja para más adelante», explica María Teresa.
Pero los docentes/cooperativistas aportan un plus, como así han hecho por ejemplo para proveerse de material de protección frente al covid-19, con ayuda también del Ampa. Aunque su implicación no es solo económica, también personal.
Disponibilidad
«Aquí no miramos el reloj, no vamos a las nueve al colegio y nos vamos a las dos». De hecho, explican que tienen que estar disponibles si se produce alguna avería, se encargan del aula matinal y, aunque tienen contratado el servicio de comedor, «siempre hay un socio que se queda para vigilar que todo esté bien».
No hay quejas, al contrario, «la gente responde muy bien, somos una piña, vamos todos a una y eso al profesorado nuevo le encanta».
Además, se enorgullecen de ser un centro de ideario católico, pero abierto a todo tipo de alumnado, en ideología y procedencia. «Somos un centro pequeño, familiar, bilingüe y no cobramos ninguna cuota, ni voluntaria ni no voluntaria, la enseñanza es gratis», subraya Vicenta.