Cuando el 27 de marzo de 1995 se inauguró el actual Centro de Acogida Temporal de Cáritas Diocesana de Plasencia era un centro para transeúntes, un dispositivo de urgencia para aquellos que vivían en la calle por las circunstancias de la vida de cada uno. Hoy, para evitar prejuicios, se ha eliminado la palabra transeúnte y las estancias se han alargado porque cualquiera puede verse sin casa y con necesidad de una segunda oportunidad, de volver a ser persona.

De ahí el nombre del proyecto en el que el CAT proporciona la fase inicial, la acogida, para después pasar al Centro Regional de Reinserción y los pisos de vida autónoma, sin olvidar la formación y el trabajo práctico.

Casi mil personas han recibido esta acogida en estos 26 años gracias a un centro que además levantaron personas sin hogar que realizaban cursos de albañilería y carpintería.

Hoy, como ha destacado Iván Torres, responsable de Acción Social, en el acto de aniversario que tuvo que aplazarse el año pasado por el covid, el CAT se ha convertido en «un recurso básico en todos los ámbitos para las personas en riesgo de exclusión social».

Para hacerlo posible, tanto él como el secretario general de Cáritas Diocesana de Plasencia y su director, José Luis Espinosa y Ángel Custodio respectivamente, han agradecido el apoyo y colaboración de dos instituciones, el Ayuntamiento de Plasencia y la Junta de Extremadura. El primero, desde Cándido Cabrera hasta Fernando Pizarro y la segunda, con Guillermo Fernández Vara en su día como consejero de Bienestar Social y hoy como presidente de la Junta.

Abrir camino a la esperanza

Pizarro ha destacado «el mérito de los que hacen posible que el milagro se haga», los trabajadores y voluntarios y ha afirmado: «Nos sentimos parte de esta obra que permite que Plasencia sea una ciudad mucho mejor».

Por su parte, Fernández Vara ha recordado a aquellos que no tenían casa en la que confinarse cuando llegó la pandemia y ha subrayado que no se cansa de «poner en valor» a instituciones como Cáritas y a «la gente que trabaja para evitar el sufrimiento de los demás».

Es lo que esperan seguir haciendo, «abrir camino a la esperanza», en palabras de Torres porque «siempre hay posibilidad de recuperación, se puede caer y levantarse».