A Santiago siempre le gustó la cámara. De pequeño, en su casa de Plasencia, se la pedía a su tío Ini y a su padre y grababa cortos con su familia. A los 14 años, grabó uno de época con sus compañeros del colegio Santísima Trinidad, «con caballos y extras». Ese niño es hoy Santiago Requejo, un director cada vez más reconocido en el mundo del cine y que el próximo 12 de febrero disfrutará de la gala de los Goya «como un enano» gracias a la nominación de su obra Votamos como mejor corto de ficción.

Para Requejo, este corto es especial, no es uno más de los muchos que ha rodado ya a lo largo de su vida, que son «muchísimos, con la productora estamos todo el día rodando». Se refiere a Dos Cincuenta y Nueve SL, que creó después de haberse marchado con 18 años a Madrid para estudiar Derecho y Dirección y Administración de Empresas.

El cine es un mundo difícil y sus padres le aconsejaron que estudiara una carrera con más estabilidad. Eso sí, no tiene reparos en confesar que se la pasó «haciendo cortos».

Terminados los estudios, tuvo la suerte de conseguir unas prácticas en una productora en Los Ángeles y a raíz de ahí, decidió montar la suya, con la que también rueda documentales y publicidad. Su primer largometraje, Abuelos, supuso un salto en su carrera y logró nada menos que 20 candidaturas a los Goya del 2020, entre ellas, las de Mejor Director Novel y Mejor Guión Original con Javier Lorenzo.

Ahora, vuelve a estar nominado y, «casi me caigo por la ventana» cuando escuchó el nombre de Votamos entre los seleccionados. Porque había pasado una primera criba y, de los 71 cortos de ficción presentados, quedaron 15 candidatos. «Ya estar ahí y pasar el corte era un regalo», afirma. 

Salud mental y prejuicios

Ahora, competirá con otros cuatro y, gane o no, ya es feliz. Porque el corto se basa en un caso real de una comunidad de vecinos que impidió que una persona con problemas de salud mental alquilara un piso en un bloque presionando al propietario. Su intención es ser altavoz «para una temática tan importante, que debe conocerse porque a cualquiera nos puede pasar y hay mucho estigma. El miedo es la mayor fuente de prejuicios».

Para hacer sentir al espectador como un vecino más de esa comunidad, optó por grabar los 12 minutos de corto en una sola secuencia. Lo hicieron en un día, tras ensayar durante cuatro horas con los actores y previamente con el asesoramiento de profesionales de la salud mental.

La dificultad de rodar sin cortar es que, si algo sale mal, hay que empezar desde el principio y además, no solo se trataba de los actores, sino del equipo técnico, el de arte... «Es una coreografía y no puede fallar nada».

Logrado el reto, considera que ganar será difícil porque «el nivel es muy alto», pero sueña con recoger el premio y con que «la comunidad del cine levante la mano a favor de esta historia».

Otro premio le servirá previamente de ensayo, el San Fulgencio, el mayor galardón que entrega el Ayuntamiento de Plasencia y que el alcalde anunció justo el día de su nominación al Goya. «Qué fuerte. Tengo la sensación de que es un premio que te dan al final de tu vida, a una carrera, estoy muy agradecido y encantado porque Plasencia significa mucho para mí, siempre me ha ayudado mucho, se vuelcan y poder rodar algo en Plasencia me encantaría, es mi casa».