A Pilar le gustaría ser conserje, a Maribel, peluquera, a Mayte, veterinaria y a Arancha, trabajar en un supermercado. A María le gusta escuchar música, a Loli también, y el baile y a Antonia, cantar la jota y recitar poesía. De hecho, termina la charla recitando una larguísima que demuestra la gran memoria que tiene.

Todas son adultas, de entre 37 y 71 años y no serían noticia si no fuera porque todas ellas tienen una discapacidad psíquica. Se conocieron en Placeat Plena Inclusión, por lo que son compañeras y amigas, aunque unas viven en la residencia de la asociación, como María y Maribel y otras en Plasencia con familiares o en pueblos como Aceituna, el de Pilar y Maribel, que va algunos fines de semana y Carcaboso, donde vive Antonia.

Ellas tienen muy claro que, independientemente de su discapacidad, son «personas igual que todos», pero la mayoría ha recibido insultos o ha sentido cómo se alejaban de ellas en algún momento de su vida.  

Arancha recuerda que, cuando era pequeña, «me llamaban subnormal y esa palabra no me gusta. Si lo hace un niño, tiene un pase, pero un adulto...» También en el colegio, al que iba con María, «los niñatos en el recreo decían que no se querían juntar con esas tontas. Algunos profesores les reñían y otros pasaban».

"Me llamaban puta y zorra y yo nunca he fumado porros; para juzgar a una persona hay que conocerla primero"

Mayte Cruz - Usuaria de Placeat

A Mayte también la han insultado. La llamaban «puta y zorra y decían: Ahí va la porrera y yo nunca he fumado porros. Para juzgar a una persona tienes que conocerla primero», afirma.

Ninguna respondía a los insultos, «por educación», dicen, salvo Antonia que, a sus 71 años, señala que «no hay que faltar al respeto, pero que se monten encima de nosotros, tampoco. A mí me decían de pequeña que era la bobina, la tontina y esas palabras duelen mucho».

"Me decían que era la bobina, la tontina y esas palabras duelen; no hay que faltar el respeto, pero que se monten encima de nosotros, tampoco"

Antonia Plata - Usuaria de Placeat

Ninguna ha trabajado nunca, aunque Pilar quiere «buscar trabajo, me quiero sacar el graduado y trabajar», explica. Sin embargo, todas consideran que es «muy difícil, a lo mejor no te admiten» y creen que el hecho de tener una discapacidad y además ser mujer afecta a la hora de contratarlas. «Sí afecta», señalan a coro. No obstante, sí conocen a hombres con discapacidad que trabajan y no lo entienden: «No sé por qué pasa, parece que son como más escuchados que las mujeres, aunque tengan discapacidad, dice Antonia.

Arancha se pregunta «por qué las mujeres no pueden hacer el mismo trabajo que los hombres».

Esta diferencia la notan también en la educación de los hombres y mujeres, con y sin discapacidad. Incluso Arancha considera que existe una «sobreprotección» de las propias familias, sobre todo de los padres, hacia las personas con discapacidad.

Violencia de género

Porque algunas como Pilar se consideran válidas para poder vivir solas o compartir piso, aunque otras señalan que, aunque cocinan, van a comprar y hacen las tareas de su casa, a veces necesitan «pedir ayuda». 

En Placeat han encontrado su casa, «la segunda familia, como dice Paco (el presidente de la asociación)», apunta Loli.

Les preocupa la violencia hacia la mujer, aunque afirman que nunca la han sufrido y la mayoría ha tenido pareja, aunque en todos los casos, han sido personas con discapacidad. En general, «es más habitual» este tipo de parejas, aunque apuntan que han conocido a hombres con discapacidad con parejas femeninas que no lo eran y alguna al contrario. 

Sobre su inclusión o normalización en la sociedad, creen que «la gente está un poco más concienciada, aunque todavía hay gente que no». Antonia por ejemplo, tiene una vida completamente normalizada en Carcaboso. Pero Sara García, monitora de normalización en Placeat gracias a un proyecto subvencionado por el Sedap, señala que «hay mucho desconocimiento en la sociedad, no sé si por miedo a cómo tratarles. Hay que tratarles como adultos, que es lo que son, que hablen con ellos».

"Llegará la normalización, no a corto plazo, pero llegará y las asociaciones como Placeat seguiremos luchando para que la haya"

Sara García - Monitora de normalización

Su trabajo consiste en hacer promoción de la imagen positiva de las personas con discapacidad, sobre todo a nivel educativo, aunque subraya que los niños «no ven la diferencia»

Espera y confía en que «llegará la normalización, no a corto plazo, pero llegará». Mientras, las asociaciones como Placeat «seguiremos luchando y poniendo nuestro granito de arena para que la haya».