Siempre le había gustado el dibujo, pero nunca se había dedicado a ello, sino a la banca. No tiene nociones de arquitectura, ni delineación o similares, pero con ingenio, matemáticas, destreza y mucha paciencia ha conseguido realizar siete maquetas, reproducciones a pequeña escala de edificios de la ciudad que ha compuesto pieza a pieza y así hasta más de 15.000.

Gregorio González Gil es el artífice de este trabajo de chinos que inició en el año 2009, después de que un día de campo, realizara «un mosaico con azulejos rotos» utilizando un tablé de marquetería y Pegoland. Destaca: «lo que he hecho, lo he aprendido por mí mismo».

Así, con 59 años y ya prejubilado, se atrevió con una reproducción de la iglesia de El Salvador. Empleó unas 350 horas en realizarla y 1.058 piezas, la mayoría de pizarra.

Es un material que busca directamente en el campo, lo selecciona y, después, con una lija, que en los primeros años era de grano gordo y después una carpintero, da forma y grosor a las piezas para pegarlas. También emplea masilla para algunos elementos.

Esta primera obra se la vendió a un amigo y continuó después, en el 2011, con una reproducción de la iglesia de San Nicolás. Tardó un año en terminarla y empleó casi 2.400 piezas.

«Ahí vi que me quedaban bien» y decidió atreverse con la ermita de la Virgen del Puerto. Se fue a medirla con un palo de pintor y una cinta métrica y fotografió los azulejos para luego minimizarlos, plastificarlos y colocarlos. En total, 2 años de trabajos y casi 3.700 piezas.

Continuó después Gregorio con la ermita de San Lázaro y empezó seguidamente el Cañón de la Salud, que dejó a medias por su dificultad, para hacer de nuevo El Salvador porque tenía la espina de haberlo vendido. Le llevó otro año.

Tras terminar el Cañón de la Salud, su último trabajo han sido las catedrales, en las que ha trabajado 26 meses y colocado 3.723 piezas. Reconoce que se necesita «mucha precisión, paciencia y constancia» y, aunque ha terminado cansado, ya tiene en mente su próximo proyecto, «la casita de Los Patos».