Llegó a Plasencia el 3 de marzo y ayer, doce días después, fue su primer día de clase en el colegio Santísima Trinidad. Dmytro, de 14 años y miembro de la familia ucraniana acogida por Antonio Merino y Margarita Pardo, estaba «muy emocionado, tenía ganas», según explica Margarita y, tras una mañana de clases, salió «contento, los compañeros lo han acogido estupendamente».
Pero además, Margarita subraya que el colegio «ha tenido la delicadeza de ponerle en una clase que está puerta con puerta con la de Maryan», su hermano mayor, que lleva desde los ocho años en Plasencia con la familia Merino/ Pardo. De momento, es su único traductor y ayer, «le estuvo ayudando con su profesora de lengua. Además, le han dado un ordenador para que le vaya traduciendo».
Y es que además de un idioma distinto, el alfabeto también lo es, lo que supone un doble problema. El primer día ya ha salido con deberes, «repasar lo que ha aprendido en español» y, según Margarita, una cosa le ha llamado la atención, «que las niñas le miraban mucho, yo creo que es lo que más le ha gustado del día», ríe.
Su profesora de refuerzo, Marién Garrido, reconoce que ha sido más difícil de lo que esperaba, por el alfabeto, pero aún así, ha comenzado a enseñarle los «saludos, el por favor y gracias y le he dado unas fichas con el vocabulario del colegio y dibujos». Subraya el cariño y la acogida de los compañeros porque «todos estaban pendientes de él» y además, le han puesto con otro niño que "le ha servido de guía".
Garrido también resalta la ayuda prestada por Maryan y precisamente por eso, confía en que finalmente la Consejería de Educación recapacite y sus sobrinos, de 9 y 10 años, puedan ir al mismo centro educativo, en lugar de a otro distinto que les han asignado con el argumento de que no hay plazas en el Santísima Trinidad. "No es más que poner un pupitre en una clase, no queremos más dinero, ni profesores, pedimos la reagrupación por el bien de los niños".