El Periódico Extremadura

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NECESITAN MUEBLES, MENAJE Y ROPA DE HOGAR

Un piso para Oksana y su familia, en Plasencia

El ayuntamiento ha donado una vivienda a la mujer que llegó de Ucrania con sus dos hijos y un hermano de 14 años; su familia de acogida pide ayuda porque está «diáfano»

Oksana, en su puesto de trabajo en el restaurante La Isla de Plasencia.

Lo principal para que una familia ucraniana acogida pueda ser independiente e intente comenzar una nueva vida son dos cosas, trabajo y casa. Oksana, que consiguió salir de Ucrania y llegar a Plasencia con su hermano menor, de 14 años y sus dos hijos, de 9 y 10 años, gracias al matrimonio formado por Antonio Merino y Margarita Pardo, logró trabajo hace un mes y en breve, tendrán un lugar para vivir.

La vivienda la ha facilitado el ayuntamiento y es uno de los pisos de su propiedad que está ubicado en el pabellón de los militares de la calle Cabezabellosa.

Sin embargo, Margarita ha señalado que el piso está «vacío, diáfano» y ahora es necesario amueblarlo. Destaca que una persona, de forma generosa, ha donado muebles de cocina, pero, «para montarlos necesitamos vitrocerámica y lavadora porque van encastrados y hay que adaptar los muebles». 

Apela de nuevo a la solidaridad ciudadana y señala que «no es cuestión de dinero», sino que establecimientos de muebles o electrodomésticos puedan donarlos y ciudadanos particulares que tengan estos u otros muebles o menaje, ropa de cama, hogar, etcétera, que ya no quieran o vayan a retirar, puedan donarlos, de forma que Oskana y sus hijos y hermano «puedan empezar a arrancar su vida. Cualquier cosa será bien recibida porque no tienen nada», lamenta.

Desbordados

Desde que llegaron de Ucrania, están viviendo con Margarita, Antonio y Maryan, hermano también de Oksana, que lleva desde los ocho años integrado en la familia placentina, y Margarita reconoce que están «desbordados», por los horarios de trabajo, de los niños y porque los gastos se han multiplicado.

A esto suman la separación de tíos y sobrinos en diferentes colegios. Los pequeños están en La Salle. «Dicen que el colegio es mucho mejor que en Ucrania, les cuidan mucho, pero al pequeño le está costando más trabajo adaptarse».

Porque su padre sigue allí y, aunque hablan con él, la guerra está «en su cabeza». De hecho, hace unos días sobrevolaron su casa unos aviones y «Oksana empezó a llorar y los niños corrieron a la casa con cara de espanto, es complicado». 

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