Los servicios de Rehabilitación, Digestivo, Oftalmología, Traumatología… Solo son algunas de las especialidades con demoradas listas de espera para que los pacientes sean atendidos en el Hospital Virgen del Puerto placentino.

La pandemia sigue su curso y las celebraciones, como la Semana Santa, bodas, comuniones, etc. han contribuido al aumento de los casos covid y complicado un poco más la situación.

La realidad es tan gravosa que, si un anestesista da positivo, como el pasado lunes, todas las intervenciones programadas para ese día se posponen, con todo lo que supone. Personas mayores que llevan años esperando a ser operados y que empeoran notablemente en el transcurso de esta demora, ya ingresados y preparados para entrar en quirófano, con los nervios por ser intervenidos, han de recoger sus cosas y marcharse a su casa de nuevo, a la espera de una llamada y volver a pasar por el innecesario calvario que conllevan los preparativos para este día. Más para ellos, que dependen de familiares que han adaptado su vida a esta situación y que tendrán que pasar irremediablemente por todo otra vez, sintiendo  frustración, impotencia y angustia por la incertidumbre alargada en el tiempo.

Por experiencia propia puedo afirmar que los tiempos para ser atendido por patologías crónicas que antes se controlaban cada tres meses, en los últimos tres años, se han multiplicado por tres y no merman.

Poner reclamaciones en el S.A.U. (Servicio de atención al usuario) antes parecía agilizar la consulta, a día de hoy, lo máximo que consigues son buenas palabritas del gerente de turno de que trasladará la información al servicio correspondiente y poco más.

Conocí su época dorada, la ampliación de las consultas externas, urgencias y otros departamentos; la construcción de habitaciones individuales para hospitalizados y la calidad de la asistencia al paciente y, por desgracia, también he podido comprobar cómo, en la última década aproximadamente, el declive general de este hospital no deja indiferente a nadie y las quejas son casi generalizadas, tanto por trabajadores, médicos que eligen otros destinos fuera de la comunidad porque las condiciones laborales son increíblemente mejores, como por quienes aguantamos circunstancias incomprensibles: pacientes con infartos silenciosos que se contagian de covid por estar ingresados esperando una prueba que no llega, obligados a permanecer en sus habitaciones, poniendo freno así a su pronta y correcta rehabilitación y mejoría.

Son ya demasiados los años y los daños que estamos permitiendo y es más que evidente que también lo son quienes no están haciendo bien su trabajo. La pandemia ha sido la causa del colapso general, pero a estas alturas, resulta una excusa perfecta para que algunos se escuden tras ella y no pase nada…