No iba para hostelero, pero la muerte de su padre, ebanista, con 40 años, les obligó a su madre, a él y a sus hermanos a trabajar para ganarse la vida. Víctor Rodríguez Lucas va a cumplir 81 años y, ya jubilado en Plasencia, hace repaso de una vida en la que ha atendido a personalidades del mundo de la política, el cine o la música.
Comenzó trabajando en Sederías Numancia por 100 pesetas al mes y pasó al bar El Burladero, su primer destino en la hostelería, con solo 13 años. De ahí, al bar Goya y al hotel Alfonso VIII, como jefe de bar y con un sueldo de 5.000 pesetas.
Ahí conoció a Franco cuando fue a inaugurar el pantano de Gabriel y Galán. Recuerda que llevaba consigo «muchos guardaespaldas y al barman más famoso de España, Perico Chicote, por si quería alguna bebida».
Aprendió después el trabajo en sala y se marchó a Madrid, a hoteles como el París, el Victoria y a La Gran Peña, que funcionaba como un club y al que recuerda que acudía el rey.
"El conde de Barcelona le decía siempre al rey que a ver qué hacía, que tuviera mucho cuidado"
Le trasladaron a París, al Gran Hotel y al Hotel Meurice, que fue «el cuartel general de Hitler cuando tomó París». Allí pudo atender al rey de Jornadia y su esposa Noor, a los condes de Barcelona y al propio rey Juan Carlos. «Su padre le decía siempre que a ver qué hacía, que tuviera mucho cuidado».
También conoció a Dalí y su esposa Gala. Del pintor recuerda que era «excéntrico, hiperactivo, deshacía la barra de pan».
Del mismo modo, trató con Elizabeth Taylor y Richard Burton, con Ava Gardner, «guapísima» y con Ignacio Villalonga, presidente del banco central.
"Dalí era excéntrico, deshacía la barra de pan y Madonna alquiló un local entero porque quería pollo asado"
Volvió a Madrid y se casó con una placentina. Trabajó en el restaurante Valentín, donde conoció a Adolfo Suárez «dos días antes de ser nombrado presidente», a Calvo Sotelo, a Fraga, pero también a cantantes como Lola Flores, Marisol, Rocío Durcal o toreros como El Cordobés.
Estuvo 20 años de maitre en el Nuevo Valentín y, ya en Barcelona, 18 años como director de El Asador de Aranda, donde tuvo a su cargo a 60 personas. Por allí pasaron el primer hombre que pisó la luna, Neil Armstrong y artistas como Pavarotti, Montserrat Caballé o Madonna, que «alquiló para ella sola todo el local y solo quería pollo asado».
Se jubiló en el 2004 y volvió a Plasencia porque «la tierra tira». Tiene seis hijos y, echando un vistazo a su vida profesional, recuerda con orgullo que pasó «de estar abajo del todo a estar con los más altos, no todo el mundo puede llegar a eso».
