Contra de sexta

Sumisión química

Rosa María Garzón Íñigo

Según el D.R.A.E. la definición de sumisión es: acción de someterse, sin cuestionarlas, a la autoridad o la voluntad de otra persona o a lo que las circunstancias imponen. En este caso, dicho concepto, al darse bajo los efectos de una sustancia que anula la voluntad de la persona víctima de esta agresión sea parcial o completamente, resulta del todo contradictorio, pues no existe tal acción voluntaria por parte de la víctima para someterse a nada, nadie ni ninguna circunstancia en absoluto, al quedar invalidada su capacidad volitiva. 

Esto nos indica que ya desde el origen se están haciendo las cosas mal en este tema, cuando se le adjudica un nombre que no engloba correcta y ampliamente el significado de este acto, incurriendo en un grave error semántico que condiciona la correcta información sobre el tema en cuestión.

Y, cómo no, resulta que, una vez más, este tipo de agresiones en las que se aplica algún tipo de sustancia al cuerpo de la víctima con la intención de incapacitarle, desinhibirle y sumirle en un estado de inconsciencia se está ejerciendo, hasta el momento, en Extremadura, sólo a mujeres, pues aunque en otras comunidades autónomas también se da en hombres, el número de casos es, con diferencia, muchísimo menor, sin menospreciar su idéntica importancia y teniendo en cuenta que puede darse conjuntamente con la libre decisión de la persona de consumir alcohol u otras sustancias, que perjudiquen o anulen su voluntad, sin que ello suponga que otro u otros la suplanten y abusen de ella.

De momento, los casos denunciados en Almaraz (2), Losar de la Vera (1) y Madrigal de la Vera (1), que está archivado, tienen previstos también sus sobreseimientos, algunos con carácter provisional, al no localizar a los autores, al igual que el resto de los denunciados en la región.

A pesar de ello, parece que los avances muestran una mejoría en el abordaje de este grave asunto, con la distribución a los Institutos de Medicina Legal y Forense regionales de kits científicos específicos, para toma de muestras toxicológicas, que mejoren el proceso de investigación de este tipo de agresiones.

Sin embargo, hasta el momento son las únicas medidas adoptadas contra estos ataques, que no hacen más que afrontar el problema una vez ha sucedido, cuando lo necesario sería incidir en prevenir estas actuaciones para que no se produzcan, tratando de cambiar las mentalidades enfermas capaces de imaginar algo así y aún peor, llevarlo a cabo, sea en solitario o en grupo.

Está claro que aún queda un largo recorrido y mucho trabajo que hacer para que la sociedad y sus representantes actuemos de manera contundente y la educación que consiga la sensibilización adecuada para abordarlo sea un hecho. Así que, vayamos poniendo nuestro sano granito de arena en este intoxicado desierto.