Por mucho que les pese a sus detractores, Fernando Pizarro ha conseguido algo que ninguno de sus antecesores en la alcaldía de Plasencia había logrado, encadenar cuatro legislaturas consecutivas y además, con cuatro mayorías absolutas. Sin duda, se ha ganado un lugar destacado en la sala del consistorio que él mismo quiso dedicar a los alcaldes municipales de la ciudad.
Toda una «hazaña», como él mismo dijo la noche del 28M, sobre todo viniendo de una familia donde «nunca se hablaba de política». Ha descubierto que un tatarabuelo materno fue alcalde de Malpartida de Cáceres a principios del siglo XX, pero no tuvo más ascendientes políticos.
En su caso, entró en contacto con la política en Cáceres, cuando estudiaba Magisterio por la especialidad de Música en la Universidad de Extremadura.
Apuntando maneras, Pizarro era «el delegado de mi clase» y así tuvo contacto con movimientos estudiantiles. Era «el final de los doce años de gobierno de Felipe González» y el momento «del resurgir de un PP de cambio». Eso le llevó a afiliarse al partido en 1996, con 21 años.
Pizarro defiende que no llegó a la primera línea de la política «hasta que no tuve mi vida resuelta» porque en 1997 aprobó, a la primera, las oposiciones para ser maestro y fue dos años más tarde cuando José Luis Díaz le reclutó, junto a otros miembros de Nuevas Generaciones.
Concejal de Educación y Recursos Humanos en Plasencia
Pizarro era el número 9 y Díaz logró la mayoría absoluta con 11 concejales. Le tocaron las Concejalías de Educación y Recursos Humanos, esta última «un peso, a mis 24 años», pero lo agradece porque «con ese área conoces muy bien el funcionamiento real del ayuntamiento».
A los cuatro años, se produjo una escisión en el partido y él optó por «quedarme en mi organización, en el PP, no podía ser desleal», afirma. Esa división hizo que el partido sacara 6 concejales en el 2003, frente a 5 de José Luis Díaz y 10 de Elia Blanco, lo que le llevaron a la oposición.
A los seis meses de iniciar la legislatura, le nombran portavoz, pero no fue él el elegido para encabezar la candidatura del PP en el 2007, sino Michel Cantero.
Obtuvo 10 concejales, otros 10 el PSOE y 1 Victoria Domínguez, que entró en el gobierno de Elia Blanco y Pizarro se quedó de nuevo en la oposición.
Pero dos ediles se marcharon al grupo no adscrito y dimitió el presidente local del PP, lo que provocó una importante deriva. Para solucionarla, le proponen ser el presidente local y acepta y el 22 de julio del 2010, Monago anuncia que será el candidato a la alcaldía.
Pizarro opina que fue su voluntad de consenso y de aglutinar voluntades lo que hizo que fuera elegido. Lo cierto es que no solo ha aglutinado a los suyos sino también, como sus carteles de esta última campaña, a votantes de todos los colores. Recibe en su despacho a un sinfín de placentinos, oficia bodas, le piden tazas, pulseras, ha hecho de las redes sociales sus aliadas e instaurado un pizarrismo sin precedentes, lo que también puede volverse en contra del partido porque ha dejado el listón tan alto que la pregunta es qué pasará cuando deje la política local, ¿habrá sustituto a su altura?
De centro y creyente
Todo el que le conoce sabe que Fernando Pizarro es hijo de un soldador, Manolo, ya fallecido y al que recuerda siempre que tiene ocasión y de Ceci, ama de casa que «tuvo que ponerse a trabajar cuando empecé a estudiar». Tiene una hermana menor y dos sobrinos, de 12 y 7 años, la tropa, como dice en sus redes.
Su mujer, Mercedes, es atlética confesa y «muy política, le encanta, la vive, pero también la sufre». Todos suponen el mayor apoyo para Pizarro, que destaca: «La familia es fundamental para que te puedas dedicar a esto».
Se define como un político de centro, es creyente, se sabe el santoral de cabo a rabo y tiene una memoria histórica y una capacidad de oratoria que hacen que nunca lea un discurso.
Muchos le profesan devoción, pero también tiene enemigos, entre otros, esos que no le quisieron como presidente regional del partido y que impidieron que diera el salto político que le apetecía. No pudo ser y se centró en volver a conquistar Plasencia. Ha quedado demostrado que, hasta la fecha, no tiene rival. ¿Será su última legislatura? No lo desvela porque «prefiero ser prudente», afirma.