La entrada de España en la CEE en 1986 y la adopción del arancel común en 1992, supuso un cambio estructural para la economía regional que favoreció el aumento de las exportaciones, con un crecimiento medio anual del 8%, en términos nominales desde 1995 hasta 2022, por encima de la media nacional del 6%, convirtiéndose en un motor de crecimiento de la región. La crisis financiera de 2008 provocó que muchas empresas buscasen clientes en el mercado internacional, para compensar la caída de la demanda nacional, pero a pesar del aumento del número de empresas exportadoras, el ritmo de crecimiento medio anual en los años siguientes, de 2009 a 2022, fue del 7%, inferior al obtenido antes de la crisis, de 1995 a 2008, que fue del 10%.
Esta nueva situación de pérdida de competitividad supone una amenaza para el mantenimiento del superávit comercial
Este menor ritmo de crecimiento a partir de 2008 se explica por el aumento del coste de la exportación, entre los que destacan, los costes energéticos, los costes laborales unitarios (CLU) y el aumento de la inflación. En cuanto a los segundos, el crecimiento de los CLU (tasa de variación del salario por empleado minorado por la de la productividad aparente del trabajo) fue debido al aumento del coste salarial por empleado por encima de la productividad, desde los 1.730 euros en 2009 a 1.867 euros en 2022. Si el número de empleados puede considerarse inversamente proporcional a la productividad, de 2009 a 2022, el empleo creció en promedio anual un 0,4%, por lo que el menor crecimiento de la productividad estuvo en parte condicionado por el aumento del número de empleados que pasaron de 384.000 personas en 2009 a 406.000 en 2022, según EPA. Por último, la inflación aumentó hasta alcanzar su nivel máximo en julio de 2022 del 11,5%, que se tradujo en una pérdida de competitividad de los bienes regionales en su principal mercado, la UEM y, en terceros países, por la apreciación del tipo de cambio efectivo real que hizo que los bienes regionales fuesen más caros en relación con su competencia.
La capacidad exportadora regional está muy por debajo del potencial de la economía nacional
Estos factores mermaron la competitividad de las exportaciones regionales y provocaron, por una parte, que su tasa de crecimiento descendiera a partir de la segunda mitad del 2022 y, por otra, un déficit comercial en diciembre de 2022 y enero de 2023, para luego recuperar su crecimiento en febrero, en donde las exportaciones regionales alcanzaron los 429 millones de euros, un 18% más que el mismo periodo del año anterior, mostrando nuevamente superávit. La recuperación del dinamismo exportador se explica por la adsorción de parte del aumento de los costes de exportación por las empresas exportadoras. Este hecho demuestra la tesis de algunos economistas que defienden que la globalización intensifica la competencia entre empresas siendo el precio la variable clave para aumentar las exportaciones en contraposición a la diferenciación.
Por sectores, el análisis del índice de ventaja comparativa revelada (proporción de exportaciones netas, exportaciones menos importaciones, con respecto al grado de apertura de la economía, exportaciones más importaciones) para las exportaciones regionales nos da una aproximación del grado de especialización de nuestra economía, que se concentra básicamente en los sectores de la alimentación, del automóvil, de los productos energéticos y de las semifacturas no químicas, todas con superávit comercial, en contraposición a otros sectores deficitarios como las materias primas, los bienes de equipos duraderos y de equipo. Si comparamos la estructura exportadora de 2022 con la de 2016, la especialización de la economía regional ha cambiado con una disminución de la ventaja comparativa en alimentación y un fortalecimiento en semifacturas no químicas y automóvil, así como la aparición de nuevos sectores como productos energéticos. Esta pérdida de competitividad en la alimentación, que representó en 2022 el 46% del total de las exportaciones regionales, denota que el valor añadido de nuestros bienes ya no es tan alto para los clientes. El análisis de otros indicadores para la alimentación, como el de comercio intraindustrial (exportación e importación de bienes de los mismos sectores productivos), muestra valores muy bajos que denota un menor aprovechamiento de economías de producción.
Esta nueva situación de pérdida de competitividad supone una amenaza para el mantenimiento del superávit comercial y para la cuenta de resultados de las empresas exportadoras, al no repercutir parte del incremento de los costes a los precios. Por este motivo, se debe de diseñar una nueva política económica que establezca un modelo basado en la productividad, en contraposición del actual basado en la diferenciación de los bienes regionales, que permita a las empresas disminuir los CLU, manteniendo una remuneración alta de sus trabajadores, y de competir en los mercados internacionales. Este modelo debe basarse en el corto plazo en dos aspectos que redundarán rápidamente en una mejora de los bienes. Primero, en el desarrollo tecnológico de las empresas, que permita mejorar su tecnología en todas las etapas de su cadena de valor. Y segundo, en la mejora de la infraestructura de las empresas, que atañen a varias actividades como puede ser la calidad, la formación del capital humano, la planificación estratégica y sobre todo el procesamiento y gestión de datos, ya que todas estas influyen de forma directa en los costes.
La capacidad exportadora regional está muy por debajo del potencial de la economía nacional como indica que las exportaciones en 2021 supusieron el 12% del PIB, por debajo de la media nacional del 27%. La puesta en marcha de estas medidas daría como resultado una mayor productividad, evitaría desequilibrios en el mercado laboral, al no ser necesaria las devaluaciones internas y despidos para bajar costes, y permitiría a la Región explorar nuevos mercados y el desarrollo de los actuales, fuera de la UEM, en unas condiciones óptimas de competitividad, disminuyendo el riesgo que supone la excesiva concentración de ventas en un solo mercado como es actualmente la UEM.
*RICARDO VIVAS
Experto en Economía