La empresa hunde sus orígenes en los años 40, cuando Julián Derecho (el abuelo de nuestra entrevistada) hacía diariamente 55 kilómetros atravesando el Valle del Jerte para llevar a los placentinos, patatas, cebollas y otros víveres. En los años 50 la familia se había mudado a Plasencia para poner un puesto en Puerta Talavera. Ahora la empresa, que tiene sede en Cáceres, en la carretera de Mérida, factura 7,5 millones de euros anuales. Les hace especial ilusión recibir el premio a la Trayectoria Empresarial, pues ya es la tercera generación la que está al frente de este ‘negocio maduro’. Celia Derecho, administradora de la empresa, avanza que ya hay miembros de la cuarta generación que podrían, si se animan, continuar la saga. De momento, han recibido con gran alegría el reconocimiento de la sociedad extremeña.

¿Qué ha significado para ustedes el galardón a la trayectoria empresarial?

Estamos muy contentos y agradecidos con este reconocimiento. Nos hace especial ilusión que se realice a la Trayectoria Empresarial, porque de esta manera no solo se reconoce a los que actualmente estamos al frente de Frutas Derecho, sino a todos los que han formado parte de su historia, desde mis abuelos, mi padre y todos mis tíos, entre otros, que han trabajado mucho y han luchado con gran fuerza para que seamos la empresa que somos actualmente. 

Son ustedes una empresa de toda la vida de Cáceres. ¿Es más difícil ser una firma familiar en tercera generación o eso les confiere una fortaleza especial?

Llegar a ser tercera generación es muy difícil. Ahora mismo somos muchos, aunque en la empresa estemos seis en el día a día. Las relaciones son muy complicadas. Los que trabajamos aquí tenemos mucha más fortaleza por ser familia y porque lo hemos vivido desde pequeños. Estamos muy orgullosos de seguir con la misma empresa.

¿Les inculcaba su padre alguna máxima o forma de trabajar en especial?

Mi padre y mis tíos, sobre todo, nos enseñaron el negocio. Fueron los que se aventuraron a las inversiones, a la compra de las naves, los que, en definitiva, arriesgaron. Fueron los que querían que la empresa funcionara y que siguiera siendo familiar.

¿Cómo han superado ustedes la pandemia? ¿Tuvieron que recurrir a ertes?

No, afortunadamente no hemos tenido que recurrir a ertes. La fruta es un bien de primera necesidad y no podíamos dejar desabastecidas a las muchísimas poblaciones a las que suministramos producto, aunque no vendiéramos la cantidad que teníamos prevista. El que la hostelería estuviera cerrada nos supuso un duro golpe, pero no podíamos dejar abandonados a nuestros clientes y más cuando la pandemia estaba en sus momentos más duros. Hemos conservado a toda la plantilla. 

La fruta es un producto con una gran temporalidad ¿cómo hacen para tener género todo el año?

En Plasencia disponemos de una central hortofrutícola que tiene doce cámaras que mantienen el producto en perfectas condiciones. También es verdad que nosotros compramos fruta diariamente. Vamos a Almería dos o tres veces a la semana, casi todos los días a Madrid, a Sevilla. Es un producto con poca duración, pero nos esforzamos por mantenerlo fresco. La prueba es que todos los días descargamos mercancía.

Hay una gran diferencia entre vuestra fruta y la de las grandes superficies. ¿A qué se debe?

En las grandes superficies se esmeran en la presentación del producto, que sea atractivo y bonito, envasándolo especialmente y empleando plásticos y productos que nosotros no utilizamos. El 90% de nuestra fruta se vende a granel o a mantos, colocadas en cajas.

¿Qué queda de la empresa fundada en los años 40 en la actualidad?

Sobre todo quedan las ganas de seguir. Es cierto que la manera de trabajar sí ha cambiado de los años cuarenta a la actualidad, pero quedan muchas cosas. El mercado ha variado mucho y el consumidor quiere calidad sobre todo. Hay que trabajar mucho más duro.

¿Se está preparando ya una cuarta generación para incorporarse a la empresa?

Tenemos en Cáceres una sobrina trabajando. Nunca se sabe. Ahora nuestros hijos están estudiando y formándose, depende del futuro. Si quieren venir, bienvenidos. Aunque hay que entender que este trabajo es muy sacrificado, de muchos madrugones.

¿Es cara la fruta? ¿Dónde la distribuyen ustedes?

El precio de la fruta oscila mucho. Depende de las temporadas. Los consumidores nos hemos acostumbrado a tener todo tipo de fruta durante todo el año. No es lo mismo una naranja en temporada que una naranja en verano. ¿Cara? La fruta lleva muchos costes adicionales, de transporte, de distribución, de reparto… Nosotros abarcamos toda la región, tanto la provincia de Cáceres como Badajoz.

¿Las grandes cadenas de distribución le están haciendo ya la competencia a las tiendas de barrio?

Sí. A las grandes superficies les cuesta comprar fruta. Se han dado cuenta de que el supermercado de tamaño mediano es el que vende las cosas en el día a día. Y están abriendo sus propios supermercados pequeños, pero ellos se autoabastecen, no hacen compra en Extremadura, no ayudan para nada a la economía local.

¿Cree que el sector tiene futuro?

Está complicado. En los pueblos pequeños cuando cierra una tienda pequeña es muy difícil que abra otra a causa de la despoblación y de la competencia. Se notó mucho en pandemia. Los pequeños supermercados de los pueblos hicieron ventas porque los vecinos no podían venir a las grandes superficies de la ciudad.