María Pía Sánchez ha hecho realidad sus sueños y encontrado la felicidad. Tras su paso por la política y estar perfectamente instalada en el mundo de la banca decidió volver a sus orígenes y poner en marcha una explotación en Calamonte, que es ejemplo de sostenibilidad y que recibe múltiples reconocimientos. Además, María Pía es una defensora de la dehesa regional, lo que le ha convertido en acreedora del Premio a la Promoción de Extremadura.

¿Qué le llevó a abandonar su trayectoria en el mundo de la banca y decidirse por el sector primario en Extremadura?

Realmente yo venía del sector primario. Pasé mi infancia en una explotación, pues mi padre era ganadero. Cuando mis hijos se hicieron mayores ya tenía muchas ganas de volver al campo. No fue una cuestión económica lo que me motivó. Yo era directora de zona de mi entidad financiera y me pasé a un sector lleno de incertidumbre y con muy poca rentabilidad. Fue una cuestión de decidir que el resto de lo que me quedaba de vida yo quería ser feliz, viviendo como me gustaba.

¿Qué tiene la dehesa extremeña que no tenga otro ecosistema?

La dehesa extremeña tiene todo para mí. Es una forma de vida, un patrimonio cultural y social, la historia de nuestras raíces, de nuestro imaginario colectivo. Cuando pensamos en el paraíso los que conocemos la dehesa sabemos que está ahí. La dehesa extremeña es un bosque mediterráneo con unos árboles centenarios muy característicos y humildes, como son las encinas. Son, además, árboles frutales que nos dan un producto maravilloso, que no solo sirven para la alimentación de los cerdos ibéricos, sino que hace relativamente poco tiempo eran la base para la fabricación de harinas y pan. Además, la dehesa es un paisaje y un conjunto de emociones. Aquí podemos vivir el verano, el otoño, la primavera... Cada estación del año cambia la fotografía que inspira emociones diferentes en el ánimo.

UPA y Syngenta eligieron su finca de Calamonte como ejemplo de la lucha contra el cambio climático y por su apoyo a la dehesa. ¿Qué la hace diferente a las demás?

Opté por un modelo de agricultura regenerativa acorde con estos ecosistemas que ya se está extendiendo a otras fincas. No se aporta ningún producto químico ni al suelo ni a los animales. Lo que realmente nos caracteriza es que utilizamos los animales para producir carne y para ‘hacer suelo’. El suelo es lo que da vida a todo lo que se soporta sobre él y si no lo cuidamos no vamos a tener nada en el corto plazo, porque el cambio climático va agudizándose rápidamente.

¿Qué proyectos de investigación se están desarrollando en la actualidad en ella?

Presido la Federación Española de la Dehesa (Fedehesa), que participa en un Proyecto Life LiveAdapt cofinanciado por la Unión Europea de adaptación de la ganadería extensiva al cambio climático. Mi finca de Calamonte es una de las fincas-piloto para una serie de buenas prácticas. Individualmente, soy socia del proyecto Life Montado-Adapt y estoy desarrollando buenas prácticas de agricultura regenerativa.

Rutas naturales, bancos de semillas para siembra, plantaciones de aromáticas y leguminosas para la mejora de pastos, ganadería ecológica, charcas, huertos, cajas nido, zonas de recreo o turismo rural son algunos de los rasgos distintivos de su explotación. ¿Son realmente rentables?

La dehesa no es rentable económicamente. En términos generales no lo es tampoco la ganadería extensiva para producción de carne de calidad. Creo que el consumidor debe diferenciar bien qué carne está tomando, porque eso afecta enormemente al cambio climático. Ecosistemas como la dehesa son la frontera al desierto. Si dejamos de producir carne en extensivo la dehesa pierde su razón de ser porque se convertiría en un bosque primigenio y un caldo de cultivo para incendios. La rentabilidad económica es muy difícil de defender si no es gracias a las ayudas de la Política Agraria Comunitaria (PAC). Estas prácticas no son rentables en el corto plazo. Gracias al Proyecto Life-Montado que ha aportado el 60% del coste y una fundación he podido realizar estas buenas prácticas. De lo contrario sería imposible llevarlas a cabo.

¿Por qué siente esa predilección por la raza merina?

Tengo raza merina blanca y también negra, porque las razas autóctonas se adaptan mejor al territorio. Hace 30 años se empezaron a introducir razas que no son nuestras francesas e inglesas, pero eso ha llevado aparejado un coste en mortalidad y adaptación al clima, que obliga al ganadero a la estabulación y a cargas ganaderas mayores. 

¿Cree que el formato de la Feria Internacional Ganadera de Zafra debe cambiar cuando pueda volver a celebrarse de manera presencial?

La Feria de Zafra es un magnífico escaparate internacional que tenemos en Extremadura para mostrar nuestros productos, mantener ecosistemas y razas ganaderas autóctonas y selectas. Tendremos que adaptarnos a la digitalización y al mismo tiempo que hacemos una feria presencial hacer que se puedan seguir por internet a tiempo real.

Imagine que una niña le dice a sus padres que quiere ser pastora. ¿Qué cree que le deben contestar?

Forma parte de una elección de forma de vida mucho más ligado a lo que somos, a lo que necesitamos para ser felices: tiempo, espacio, contacto con la naturaleza y animales. Es el modo de vida que he elegido y me encantaría que mi hija también lo eligiera para alcanzar la plena felicidad.

Preside la Federación Española de la Dehesa. ¿Qué trabajos desarrollan ambas instituciones?

Fedesa es la única entidad nacional que representa a propietarios gestores de dehesa, pero también a científicos que están trabajando a través de la Universidad de Extremadura y la Universidad de Córdoba. También trabaja con productores de elementos que son básicos para la dehesa como cercados y charcas, así como a la industria agroalimentaria. Por eso somos fundamentales en la lucha de este ecosistema, porque abarca todos los campos.