Muchas veces hemos escuchado hablar sobre la naturaleza cíclica de nuestra economía, sin dar crédito, en muchas ocasiones, a un hecho que cada vez es más palpable, previsible y, en parte, evitable. Las recesiones y crisis económicas de 1993, de 2008 y de 2020 se han cobrado miles de negocios, pero parece que seguimos sin aprender nada. 

Seguimos sin disponer de mecanismos que salvaguarden la salud de nuestras empresas y autónomos, que tienen que enfrentarse cada día a una carrera de obstáculos que están comprometiendo la continuidad de cualquier tradición emprendedora. Pero, confío, en que esta pandemia histórica nos haya enseñado quiénes han sido y serán nuestro verdadero salvavidas.

Hemos de ser realistas, y estos momentos, a nivel nacional, nos encontramos ante una recuperación económica complicada por la incertidumbre y la inflación. De hecho, según los últimos datos del INE, el PIB sólo ha avanzado un 0,3% en el primer trimestre del año.

La recuperación económica se ha visto comprometida por los problemas en la cadena de suministro y la subida de los precios de la energía. A lo que se ha sumado la guerra de Ucrania, que ha añadido más presión a los precios. Un futuro lleno de incertidumbre, pero también de retos, en el que la empresa seguirá siendo la protagonista.

Vivimos en una economía completamente globalizada en la que cualquier acontecimiento político o sanitario nos afecta a todos, como hemos podido comprobar muy claramente. El coronavirus acentuó las dificultades económicas y nos obligó a adecuarnos a una situación totalmente nueva, que en las empresas estuvo marcada por la digitalización de los negocios a marchas forzadas y la adaptación al cambio en los hábitos de consumo. Algo a lo que los empresarios supieron responder con creces.

No podemos olvidar que la Unión Europea se ha enfrentado a muchas crisis a lo largo de su historia: económicas, institucionales, una pandemia, conflictos bélicos, etcétera. Y ha ido aplicando gradualmente cambios políticos e institucionales concebidos para mejorar su capacidad de afrontar futuras emergencias.

La resiliencia, de la que tanto hablamos últimamente por todo lo que implica, es la capacidad no solo de resistir y superar los retos, sino también de llevar a cabo cambios de manera sostenible, justa y democrática. 

La Unión Europea y sus estados miembros han dispuesto ya mecanismos transfronterizos de cooperación y solidaridad para gestionar eficazmente las crisis y proteger a las personas. Se trata del Mecanismo de Recuperación y Resilencia que se ha puesto en marcha, con los Fondos Next Generation.

Estas ayudas deben llegar de manera real a las empresas, ya que hasta ahora es poco el porcentaje de acceso a estos fondos, pero su consecución supondrá un impulso muy importante para nuestra economía. Precisamente, en la Cámara de Comercio de Badajoz hemos habilitado una Oficina de atención al empresario sobre estas cuestiones, que se va a ampliar para dar soporte a estas necesidades, desde nuestro papel como interlocutores con Bruselas.

Además, es preciso articular unas reformas estructurales y estrategia de consolidación fiscal que reduzcan la vulnerabilidad de la economía española ante agentes exteriores externos. Esto, sin duda, debería fundamentarse en un Pacto de Estado entre las principales fuerzas políticas y demás interlocutores sociales.

Ante todas estas circunstancias, el sistema cameral es especialmente idóneo para apoyar el desarrollo de nuestras grandes empresas y, sobre todo, contribuir a la transformación de las pymes. Concretamente, desde la Cámara de Comercio de Badajoz ofrecemos diferentes servicios y programas de apoyo al empresario en este sentido: la mencionada Oficina Next Generation, el programa Acelera Pyme, InnoCámaras, Programa de Digitalización del Comercio, Programa de Apoyo al Comercio Minorista, etcétera.

Estudios

Por otro lado, en la Cámara de Badajoz impulsamos diferentes estudios sobre las perspectivas económicas del empresariado de la provincia a través de nuestra Cátedra de Competitividad, que ponen de manifiesto que queda bastante camino por avanzar, al menos en nuestra región.

Hablando la provincia de Badajoz, es una necesidad urgente mejorar la competitividad de nuestras empresas, lo que sólo podemos lograr con una mayor disponibilidad de mano de obra cualificada y su formación, un impulso de la digitalización del negocio, la modernización empresarial y un adecuado dimensionamiento; así, como una reformulación de las distintas políticas públicas para la simplificación de los trámites necesarios en la solicitud de ayudas públicas e incentivos fiscales.

Y, por descontando, consideramos vital apostar por dos lo puntos fuertes de nuestra provincia como con el turismo y la construcción, puesto que las últimas cifras apuntan a que hemos alcanzado un 70% de las llegadas previas al COVID19 y a un 80% del gasto en este sector turístico.

En el ámbito de la construcción, es cierto que se han incrementado las compras de viviendas nuevas y las inversiones en ladrillo, pero debemos ser muy cautelosos con la escasez de mano de obra, siendo muy aconsejable realizar una importante inversión en el talento joven y cualificado que asegure la buena senda de la recuperación.

España es un país de pymes y el éxito del Plan de Recuperación dependerá en gran parte de su capacidad transformadora de las pymes. En definitiva, es preciso situar a las empresas, pymes y autónomos como foco de todas las medidas porque son el verdadero motor de nuestra economía y el lugar por donde pasa nuestra recuperación.

*Mariano García Sardiña es presidente de la Cámara de Comercio de Badajoz