Hace veinte años, las farmacias españolas empezaban a vender, tímidamente y con receta, la llamada píldora del día después. El anticonceptivo de urgencia, autorizado el 23 de marzo de 2001, llegaba a nuestro país rodeado de polémica, entre acusaciones de los obispos, que insistían en que se trataba de un método abortivo, pese a que el consenso científico recogido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el embarazo empieza con la implantación del embrión en el útero, y no con la fecundación del óvulo por el espermatozoide. Dos décadas después, y tras once años dispensándose ya sin prescripción médica, el balance que hacen los especialistas es “muy bueno”, pese a que el uso de este anticonceptivo de urgencia ha caído “a mínimos” por la pandemia de COVID, al pasar del 30% en 2019, al 3% durante el año pasado, según la Sociedad Española de Contraconcepción (SEC).

El doctor José Cruz Quílez Conde, vocal de la SEC, estima que el impacto de la emergencia sanitaria en la contraconcepción ha sido desigual en función del método anticonceptivo al que se haga referencia. Sin “datos oficiales” que respalden, aún, esta “percepción”, apunta a que las “prescripciones crónicas”, por así decirlo, “se han mantenido”. “Quienes tenían ya un método anticonceptivo elegido han seguido con él y, en general, no ha habido abandonos por la pandemia. El acceso se ha hecho, además, de manera telemática, porque ahora la mayoría de las consultas son por esa vía, y como muchas recetas ya salían así, se han ido renovando automáticamente. Para resolver dudas, o cualquier otra cuestión, se ha estado citando a las pacientes telefónicamente, con lo cual, en este sentido, no ha habido una modificación clara del parámetro de los anticonceptivos en España”, apunta el doctor Quílez, quien asegura que donde sí se ha visto el impacto de la emergencia sanitaria es en la anticoncepción de emergencia, sobre todo durante la primera ola, por el “efecto confinamiento”, que dificultó el acceso a este fármaco en los centros de salud, pero también a una “disminución de las relaciones sexuales”.

El vocal de la SEC está “seguro” de que la situación vivida en el último año va a repercutir en la contraconcepción, “otra cosa”, matiza, es “cómo va a ser ese impacto”. “Las cifras de interrupciones voluntarias del embarazo (IVE), por ejemplo, dependen, muchas veces, de fallos de métodos anticonceptivos. Si esos métodos se han mantenido, y han disminuido las relaciones sexuales, probablemente las IVE hayan descendido, pero hasta que las cifras no lleguen a ser públicas, no lo vamos a saber”, sostiene el doctor Quílez, quien insta a tener en cuenta, además, que “los informes de las IVE van con cierto retraso”. “Ahora se han empezado a publicar los datos de 2019, y al final de este año se comunicarán los de 2020. Ahí tenemos, por tanto, un decalaje de tiempo hasta poder valorar cuál es el impacto en las IVE. No obstante, mi impresión es que, en general, el acceso a los métodos anticonceptivos se ha mantenido bastante bien. Se han organizado las cosas para poder hacer consultas telemáticas, en esas consultas se han resuelto un montón de dudas, y muchas prescripciones se han podido realizar correctamente. En las IVE, parte de los requisitos se intentaron resolver, también, de manera no presencial: si había que entregar una documentación, se dejaba en los servicios de Atención Primaria para que las pacientes la recogiesen, y las consultas informativas se han estado realizando por la vía telefónica. Se ha intentado, por todos los medios, mantener la asistencia para que las mujeres no se vean desprotegidas, ahora bien, para saber cuál ha sido el impacto real de la pandemia en la contraconcepción, habrá que esperar a tener las cifras oficiales”, incide.

Este especialista cree que la mayoría de los españoles han seguido confiando en sus “anticonceptivos de siempre” durante la pandemia de COVID, aunque admite que “muchos métodos combinados se sustituyeron por solo gestágeno”, para reducir el riesgo de tromboembolismo en algunas usuarias, y que probablemente algunas de estas mujeres “optaron por pasarse a métodos a largo plazo”. No obstante, asegura, “tampoco ha sido un impacto muy significativo”.

El vocal de la SEC reconoce, eso sí, que en las últimas semanas han aumentado la consultas acerca de los posibles efectos adversos de los anticonceptivos orales, a raíz de la polémica surgida en torno a las vacunas frente al COVID, aunque insiste en que, sobre ese tema, los médicos hacen siempre especial hincapié al realizar la prescripción. “Puede que las pacientes no tengan en la cabeza este asunto al recetarles los anticonceptivos, y pregunten más por otros posibles efectos más molestos en su día a día (náuseas, tensión mamaria, etc...) que, en algunos casos, sí les pueden llevar a dejar ese método; no obstante, los especialistas sí dedicamos mucho tiempo a informales sobre esta cuestión. Por tanto, no creo que en este aspecto hubiese muchas dudas, lo que ocurre es que quizás ahora se ha puesto un poco más sobre la mesa”, señala el doctor Quílez, quien aclara que el mecanismo por el cual los anticonceptivos orales y las vacunas frente al COVID aumentan -en un porcentaje mínimo de casos-, el riesgo tromboembólico, es “diferente”. “En el caso de los anticonceptivos, se debe a una pequeña sobrecarga hepática que hace que aumenten los factores de coagulación y que, al cabo de unos meses de toma del medicamento, va desapareciendo. En las vacunas frente al COVID, sin embargo, parece que la causa es un mecanismo autoinmune complejo que se genera entre el antígeno y las plaquetas. No parece, por tanto, que haya una sinergia, pero habrá que esperar un poco a ver qué dicen las agencias reguladoras del medicamento con el paso del tiempo. En este aspecto, por ahora, estamos tranquilos”, sostiene.

José Cruz Quílez Conde | Vocal de la Sociedad Española de Contraconcepción (SEC)

“Urge integrar la educación sexual en el currículo escolar”

“Como anticonceptivo de urgencia, la píldora del día después ha facilitado mucho las cosas, al cubrir de alguna manera el riesgo que se genera cuando otros métodos fallan”, reivindica José Cruz Quílez Conde, vocal de la Sociedad Española de Contraconcepción (SEC), quien recuerda que las pautas anteriores eran, además, “mucho más agresivas”. “El hecho de que exista un método más fácil de utilizar —al principio, la toma se hacía en dos comprimidos, con 12 horas de diferencia, y poco a poco se ha ido evolucionando a una única pastilla, que se debe consumir lo antes posible—, y que además se puede adquirir sin receta médica, lo simplifica todo mucho. Nada que ver con aquella época en que parejas jóvenes venían a los servicios de Urgencias, casi siempre por las noches y con sigilo, porque se les había roto el preservativo...”, rememora.

El doctor Quílez estima, no obstante, que “aún queda bastante por aprender”, pues “muchos ciudadanos desconocen aún qué tipos de anticonceptivos de urgencia hay, en qué se diferencian...".“Y tampoco sabemos si los farmacéuticos, que lo hacen muy bien, son capaces de orientar a las pacientes en las dudas que puedan tener porque éstas se las transmiten; o si son ellas mismas quienes acuden a recoger la píldora o delegan en su pareja o en alguna amiga y, por tanto, si refieren cuestiones como cuándo han tenido la última regla, que son importantes para aconsejar un tipo de píldora u otra", señala el vocal de la SEC.

Este especialista insiste, sin embargo, en que el balance de los veinte años de la píldora del día después en España es "muy, muy positivo". "Nuestra tasa de interrupciones voluntarias del embarazo (IVE), sin embargo, se mantiene con una ligera tendencia al alza”, asegura el vocal de la SEC, quien atribuye esta situación a “la falta educación sexual” en nuestro país. “La ley de salud sexual y reproductiva solo se ha desarrollado correctamente en lo relativo a las interrupciones voluntarias del embarazo, pero hay otra parte de esa normativa centrada en cómo se tiene que integrar adecuadamente la educación sexual en el currículo de los estudiantes, y eso es lo que nos falta: que los jóvenes conozcan los métodos anticonceptivos, que sepan qué opciones hay… que lo tengan, en definitiva, en mente”, subraya.

El doctor Quílez especifica que, en España, el anticonceptivo más utilizado es el preservativo, “y somos, probablemente, el único país de nuestro entorno con un uso tan elevado de un método, que no hace falta ir a consultarle a nadie”. “Quienes recurren al preservativo en sus relaciones sexuales no van a ningún sitio a recibir consejo contraceptivo, lo cual es un hándicap, porque no es un método contraconceptivo demasiado eficaz, y tampoco se está empleando muy bien, porque las tasas de infecciones de transmisión sexual, en nuestro medio, son altas. De ahí que sea tan necesario orientar a la juventud en ese aspecto”, reitera.