Después de un año de «intenso trabajo» un nuevo paso deslumbró ayer en torno a las 20.00 horas de la tarde, a la salida de Santo Domingo, con el cielo despejado tras las lluvias de la tarde y un poco de aire. Lo hizo quince minutos antes de lo que acostumbra, según explicó Luis Pedro Cámara, el mayordomo de la Franciscana Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Salud. La Virgen de la Estrella, vestida con un manto turquesa elaborado por el grupo de costura de la hermandad y una saya color jacinto con los hilos y accesorios en plata de ley, paseó por primera vez sobre el empedrado de la ciudad monumental cacereña.

Un paso que se ha ido completando de año en año y que este Lunes Santo por fin vio la luz. La talla de mirada baja y tres lágrimas de María Santísima de la Estrella es una obra en madera de cedro policromada al óleo del imaginero cordobés José Antonio Cabello Montilla. Alrededor de la virgen, también se estrenaron doce ánforas en plata y carey realizadas por Alberto Quirós, así como 62 velas que alumbraban su imagen. Su cortejo procesional estuvo formado por un juego de cuatro ciriales, pértiga y dos incensarios; juego de diez trajes de acólitos formados por sotana y roquete; y bandera concepcionista, de damasco real y orfebrería.

La primera salida de la virgen ha incrementado a su vez el número de cofrades en procesión. Más de 30 costaleros la arroparon ayer por las calles. En total 28, más los relevos. Así mismo, a lo largo del año, el taller de costura se ha ocupado de confeccionar más trajes para todos los hermanos, que en esta Semana Santa sumaban en torno a 300, para que ninguno se quedara sin ellos.

«Este año celebramos el décimo aniversario», relató Cámara. Por ese motivo, el paso principal, de seis metros de longitud, el del Cristo de la Salud, tallado en cedro policromado por el escultor sevillano Rafael Martín Hernández, incoporó la imagen de Claudia Prócula, una obra del imaginero Juan Bautista Jiménez Rosa. Así como nuevas insignias de plata de ley, amatistas y carey en el cortejo del Señor de la Salud. Las flores, como cada Pasión, fueron malvas y moradas.

El paso, que ya suma cinco imágenes (Poncio Pilatos, centurión romano, Sanedrita y Claudia Prócula), representa la injusta Sentencia a este Cristo bajo la asvocación de la Salud. Por ello, les acompañaron la hermandad de Donantes de Sangre y la Cofradía de la Piedad de Palencia.

La banda de la cofradía puso por primera vez la nota musical al Cristo que llevaron a paso cuarenta costaleros más los relevos. A la virgen, la acompañaron los miembros dela agrupación de música Nuestra Señora del Rosario del municipio sevillano Sanlúcar La Mayor, lugar de donde vinieron 67 músicos.

El itinerario de vuelta, pintaba emotivo, según había avanzado Luis Pedro Cámara a este diario, la Virgen de la Estrella se recogería con una ‘petalá’. Miles de petalos de 1.200 claveles pondrían fin a la décima procesión de esta cofradía.

la de los Dolores con escolta / Una vez dieron las 21.00 horas, aún con luz, la cofradía de las Batallas salió de Santa María.

La tradicional hermandad, creada en 1951 por mutilados de guerra y, con una imagen titular tallada de manera semejante a la que portaban los Reyes Católicos durante sus campañas, siguió el mismo recorrido que el año pasado, que suprimió el tramo de los adarves debido al esfuerzo de los hermanos.

No obstante, en esta Pasión contaron con una novedad, María Santísima de los Dolores, tallada en el siglo XVIII, más conocida como ‘la niña’, llevó un inicio de escolta, «previsto para que de aquí a los próximos años se escolte a la virgen», avanzó Inmaculada Hernández, la mayordoma de la cofradía. El tercer paso de la hermandad, en poco tiempo, paseará igual que el Cristo, que cuenta con hermanos que le escoltan vestidos con una túnica roja, un cíngulo amarillo, una capa negra con el emblema de la cofradía, un capuchón y guantes negros, además de las peculiares cruces que portan en sus manos.

Los hermanos de carga sumaron 120 y si se añaden los escoltas y la banda se alcanzaron cien más. La música fue de la mano de los tambores de la cofradía, la Banda Provincial de Música de la Diputación de Cáceres y la del Humilladero, que a tantas procesiones pone nota. Aunque fue el silencio lo que primó en la mayor parte del recorrido.