El Periódico Extremadura

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Fiesta de Interés Turístico Nacional

"En la Pasión Viviente hay por encima de todo un protagonista: Oliva"

Jesús Gil Soto interpreta el papel de Jesús de Nazaret en la Pasión Viviente de Oliva de la Frontera (Badajoz)

Jesús Gil Soto.

El Domingo de Ramos comenzaron las representaciones de la 47 edición de la Pasión Viviente de Oliva de la Frontera (Badajoz), declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional. Continúan esta noche de Jueves Santo, mañana Viernes Santo por la mañana y, por primera vez, el Domingo de Resurrección. Para Jesús Gil Soto (Oliva de la Frontera, 1984) son días de mucho estrés y de enorme responsabilidad, que afronta con una ilusión inalterable. Ingeniero agrónomo, trabaja en el Centro Tecnológico Nacional Agroalimentario (Ctaex). Desde 2017, cuando precisamente cumplía 33 años, interpreta a Jesús de Nazaret. Entonces se dio una «triple casualidad»: la coincidencia del nombre, su edad era la de Cristo y el año siguiente en Semana Santa todavía no había cumplido 34.

-Además del esfuerzo que supone volver tras el paréntesis por la pandemia, en esta edición la Pasión Viviente incorpora nuevas escenas, pues se amplía al Domingo de Resurrección.

-Por fin estrenamos la escena. Llevábamos unos años pensando en ella y supone mucho esfuerzo montarla partiendo desde cero. Cumplimos 47 años, siempre introduciendo mejoras, y ahora más, con lo que implican nuevos escenarios y textos. A esto se añade el parón, pues cuando ha sido ininterrumpido el tiempo parece que no pasa, pero es verdad que ha costado bastante trabajo volver porque no ensayábamos desde 2019. En 2020 casi no pudimos. Todo se enfría, dejamos las relaciones sociales y todo eso supone un esfuerzo adicional.

-Aunque no lleva muchos años interpretando a Jesús, su imagen ya va a asociada a la de la Pasión Viviente,

Pueden haber influido las nuevas tecnologías y las redes sociales, pues de los últimos cuatro o cinco años hay muchas más imágenes y vídeos que de todos los años anteriores. Yo tengo miles y miles de fotografías y de vídeos, carpetas y carpetas con imágenes que voy encontrando, de gente que me etiqueta. La verdad es que son recuerdos muy bonitos. Intento guardarlo todo, aunque seguro que algo me perderé.

-Antes de este papel, ya participaba en la Pasión Viviente.

-Siempre me ha gustado vestirme del pueblo hebreo, desde pequeño. Después fui mercader con un puesto de gallinas y palomas y durante dos años participé como apóstol, en 2015 (Simón) y en 2016 (Felipe).

-¿Cómo surgió interpretar a Jesús?

-Me lo propuso la directiva. Para mí fue una sorpresa. Es verdad que yo siempre tuve la ilusión. Durante una época, cuando era adolescente, me gustaba ir a ver los ensayos, cuando Antonio Nogales interpretaba a Jesús. Piensas que a lo mejor algún día puedes ser tú y llegó ese día. Sin saber por qué, pues es verdad que nunca había hecho nada de teatro. Sí que había actuado cantando en el grupo Hojarasca y había subido alguna vez a un escenario, pero no como actor. Y nunca le había dicho a nadie que tenía esa ilusión. El destino lo puso en mis manos. A principios siempre dudas porque es un papel de muchísima responsabilidad.

-¿Se ha planteado hasta cuándo quiere seguir?

-Más o menos tengo una idea, pero será algo que tendré que hablar y consensuar con la directiva, porque entiendo que tienes que hacerlo bien y tener disponibilidad. Si no puedes mantener el compromiso es mejor dejarlo, porque requiere muchísimas horas de ensayo y de trabajo. 

-¿Cómo lleva el protagonismo de la representación?

-Siempre digo que realmente lo llevo bien porque no me siento protagonista en ningún momento. Soy consciente de que represento el papel principal, estoy absolutamente en todas las escenas y quizá soy la cara más visible ahora mismo de la Pasión Viviente. Pero no me siento protagonista en absoluto y eso hace que lleve con bastante naturalidad que haya gente que quiera hacerse fotos para tener un recuerdo. Creo que en la Pasión Viviente hay un protagonista por encima de todo que es Oliva. Que un pueblo se involucre de la manera que lo hace y consiga mantener esto no solo vivo, sino cada año mejor, cada año con más visitantes, cada año mejorando las escenas, cada año con más participantes, es un triunfo enorme de Oliva de la Frontera como pueblo. El pueblo es el gran protagonista y todos los demás que participamos somos insignificantes dentro de algo tan grande como esta representación.

-Hablaba de la responsabilidad. ¿Desde que la Pasión Viviente es de Interés Nacional es aún mayor?

-Eso sí, por parte de todos. Lo he comentado con compañeros de escenas y con los que se encargan de la organización. Todos tenemos una responsabilidad muy grande porque esto ya no es solo de nuestro pueblo. Puede llegar alguien desde muy lejos que está invirtiendo su tiempo, que ha decidido que entre la grandísima oferta que existe en Semana Santa en España -Sevilla, Málaga, Córdoba, Zamora o Valladolid, donde hay auténticas maravillas- elige Oliva de la Frontera para venir estos días. Tenemos una responsabilidad con ellos. Después de todo ese esfuerzo tenemos que dar el máximo. No solo los actores para que todo salga correcto y que los escenarios estén bien montados, sino en general como pueblo: hospitalidad con los visitantes, que se encuentren a gusto y se vayan con una buena sensación.

-Representaciones de los últimos días de Cristo hay muchas, también en otros países. ¿Qué cree que distingue la de Oliva?

-Quizá el arraigo de la tradición en sí. Conseguir tras tantos años involucrar a tanta gente le da un valor añadido. Que haya tantos figurantes, tanta gente que se viste de pueblo hebreo, le da muchísima vida a la representación. Todo eso le aporta un distintivo muy grande. Y verla crecer. Todos los que estamos dentro, a medida que vamos viendo cómo crece, hace que nosotros mismos queramos dar cada vez más.

-Una curiosidad: ¿en algún momento de la representación experimenta sufrimiento físico?

-Toda la representación en sí es dura. Primero, por la tensión que ya acumulas los días previos y por los nervios de los últimos preparativos. Además son muchas horas en escena, todos los días, desde el Domingo de Ramos, el jueves, el viernes y el añadido este año del Domingo de Resurrección. Por supuesto, el Viernes Santo, en el camino del Calvario por el peso de la cruz, las caídas, los azotes y la propia crucifixión, también es bastante cansado. Intentamos dotarlo del máximo realismo posible siempre y eso hace que sea duro, tanto desde el punto de vista físico como psicológico.

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