Las procesiones en Extremadura // Jueves Santo

Los Empalaos atraen a multitud de curiosos a Valverde de la Vera

Fue declarado de Interés Turístico Nacional el 18 de enero de 1980

Uno de los ‘empalaos’ en las calles de Valverde de la Vera. | TONI GUDIEL

Uno de los ‘empalaos’ en las calles de Valverde de la Vera. | TONI GUDIEL / EDUARDO VILLANUEVA

Misterio y devoción envolvieron de nuevo ayer, a la medianoche, con la tradición de Los Empalaos de Valverde de la Vera, un ritual religioso cuyo origen se remonta al siglo XVI, en que la orden de la Cofradía de Nuestro Señor Jesucristo realizaba estos actos de penitencia, por los que se llamaban entonces Hermanos de Disciplina, los que ahora se denominan Empalaos.

Se trata de un via crucis personal que deja a su paso una de las imágenes más singulares de la Semana Santa en Extremadura., con los penitentes deambulando con su peculiar atavío: cuerda de soga, mástil de madera, corona de espinas y sábana blanca.

Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 1980, el evento atrae a una multitud de curiosos a este pueblo que, además, es uno de los que mejor conserva la popular arquitectura verata. Precisamente, uno de los alicientes es observar a los ‘empalaos’ recorrer su particular trazado urbano de calles estrechas y plazuelas irregulares.

El penitente camina descalzo y sobre sus hombros lleva un timón de arado sujeto por una soga de esparto. Además, lleva una enagua blanca que le cubre de cintura para abajo. De la mitad de sus brazos penden un par de vilortas (hierros) con tres aros cada una y una toga, símbolo del crucificado. Para no ser reconocido, y preservar su intimidad, el empalao cubre su rostro con un velo blanco que sujeta con una corona de espinas, y sobresaliendo por encima de la cabeza, dos espadas cruzadas.

El cruce de dos penitentes es uno de los momentos cumbre, que anoche volvieron a inmortalizar centenares de curiosos (entre forasteros y lugareños) que volvieron a vivir una de las tradiciones más singulares de la Semana Santa en Extremadura.

Misterio del fetejo

A medianoche, nadie sabía cuántos, ni quiénes eran, ni desde dónde saldrían. Simplemente, los ‘empalaos’ fueron transitando por las calles sinuosas de Valverde de la Vera. Durante la procesión, los ‘empalaos’ estuvieron acompañados por sus cirineos, que les alumbraron y ayudaron en caso de caídas. El origen está unido a la Cofradía de la Vera Cruz y Pasión de Cristo, que se constituyó en 1715. En un primer momento se llamaban «Disciplinantes» e iniciaron un rito que consistía en recorrer un vía crucis de manera especial. Durante aquel entonces, se extendió por toda España.

Prohibidos por Carlos III

En 1777, por orden de Carlos III, los Empalaos fueron prohibidos. No obstante, el ritual continuó. Dejaron de azotarse, pero no de vestirse y penitenciar. La fiesta es tan popular que cuenta (desde 2003) con su propio museo, ubicado en una casa típica verata restaurada, que merece la pena visitar.

Sin duda, es una de las tradiciones más sobrecogedoras y dignas de contemplar en directo por las escenas de sacrificio y fe que se ven en las calles del municipio durante toda la madrugada. La localidad verata vivió ayer, un año más, una noche que quedará para el recuerdo y en la memoria de todos los asistentes a este singular festejo religioso.