Copiar los trabajos de un alumno y atribuírselos como propios constituye, en el ámbito del profesorado funcionario universitario, una "falta grave de desconsideración" que se castiga con la suspensión de funciones del plagiario. Pero si transcurren más de dos años desde la comisión del atropello hasta su descubrimiento, la falta prescribe y se pasa página.

Eso es lo que ha ocurrido con José Luis Arce Carrascoso, catedrático de Teoría del Conocimiento de la Universitad de Barcelona (UB), exdirector del departamento de Filosofía Teorética, al que sigue adscrito, según la web de la UB, que en los años 90 copió algunos trabajos de uno de sus estudiantes de doctorado, Jaume Farrerons, sin que este tuviera conocimiento de ello hasta que, una década más tarde, lo detectó navegando por internet.

Farrerons, funcionario de prisiones y activista sindical, denunció en el 2009 el comportamiento de Arce, al que tuvo como director de una tesis aún inacabada inspirada en la obra del filósofo Martin Heidegger.

El instructor del expediente abierto al catedrático, el profesor de Derecho Penal Joan Josep Queralt, concluyó, en el 2010, que, a pesar de "la gravedad del comportamiento del denunciado", cualquier acción imputable a Arce anterior a julio del 2007 resultaba "de imposible persecución por la vía disciplinaria".

El catedrático arguyó en su defensa que los trabajos del denunciante se habían basado en "indicaciones y materiales" facilitados por él mismo. "Cobijarse en que sus explicaciones de cátedra son fruto de su propiedad intelectual no deja de ser una argumentación retórica y vacía de contenido", replicó Queralt. Tras buscar en el decreto de Régimen Disciplinario de los Funcionarios de la Administración del Estado de 1986 una figura que tipificase lo sucedido, el instructor vio que solo se le podía aplicar la comisión de "una grave falta de consideración con los administrados".