La huella hasta ahora invisible de las mujeres en la cultura medieval podría ahora empezar brillar con una nueva luz tras cientos de años ocultas en el olvido. Una nueva investigación publicada este miércoles en la prestigiosa revista 'Science Advances' anuncia un sorprendente hallazgo que podría contribuir a replantear el rol de las mujeres en los procesos de creación cultural de la época. Un equipo internacional de investigadores ha logrado identificar trazas de un lujoso pigmento azul (lapislázuli) en la placa dental calcificada de una mujer que fue enterrada en el pequeño monasterio de Dalheim en Alemania hacia el año 1100. Estos minúsculos fragmentos de mineral indicarían que su portadora podría haber sido una pintora de manuscritos medievales en cuyas manos se cedió uno de los materiales más preciados de la época.

El trabajo de esta anónima pintora habría tenido lugar en el contexto de la Edad Media europea, un momento histórico en el que el patrimonio cultural y la alfabetización permanecían en gran medida en manos de las instituciones religiosas. Todo apunta a que fue allí, en ese aislado monasterio de mujeres en el cual hasta ahora habían reposado sus huesos, donde esta desconocida protagonista de la historia pudo haber ilustrado las páginas de lujosos manuscritos medievales. Ahora, según apuntan los investigadores del Instituto Max Planck de la Ciencia de la Historia Humana y de la Universidad de York responsables de este nuevo estudio, los minúsculos restos de pigmento azul que debían depositarse en la boca de esta pintora al lamer los filamentos del pincel podrían desvelar parte de su perdida historia.

"Tenemos pruebas directas de una mujer que no solo estaba pintando sino estaba haciéndolo con un pigmento muy raro y costoso y en un lugar muy apartado", explica Christina Warinner, del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Ciencia Humana y autora principal de este nuevo estudio. "La historia de esta mujer podría haber permanecido oculta para siempre sin el uso de las técnicas que hemos utilizado (como es el caso de diferentes métodos de espectroscopía que han acabado desvelando la presencia del pigmento). Esto hace que me pregunte cuántas artistas podríamos encontrar en los cementerios medievales, si solo miramos", reflexiona la investigadora.

HISTORIA DE UNA ARTISTA

En un momento histórico en que muchas de las mujeres involucradas en la producción de manuscritos no firmaban su obra como signo de humildad, este sorprendente hallazgo del pigmento azul podría desvelar la historia perdida de una pintora del siglo XII. Estaríamos hablando de una escriba o pintora (de entre 45 y 60 años en el momento de su defunción) con habilidades excepcionales. Su monasterio debió dejar en sus manos, o mejor dicho en su boca, el uso de un preciado pigmento que a su vez conectaba esta artesana medieval a una vasta red comercial global que trasportaba el mineral desde las minas de Afganistán, pasando por las metrópolis comerciales del Egipto islámico y la Constantinopla bizantina hasta llegar a su comunidad en la Alemania medieval.

"No podemos reconstruir toda su biografía, pero sí que podemos suponer cuál fue su trayectoria", argumenta Joan Curbet, del Instituto de Estudios Medievales de la Universitat Autònoma de Barcelona. En este sentido, según explica el experto en literatura medieval, podemos suponer que debía ser una mujer de familia noble o adinerada y con un cierto grado de educación y que, además, debía tener una alfabetización básica que le permitiera trabajar, por lo que su papel en el taller no habría sido meramente artístico. "Hasta ahora sabíamos que las mujeres habían jugado un papel fundamental en la creación cultural a partir de los siglos XII y XIII. Este hallazgo, sin embargo, demuestra que podemos retroceder hasta el siglo XI y seguir encontrando trabajos realizados por mujeres incluso antes de la reforma monástica", comenta Curbet.

Esta historia inédita de una pintora medieval abre una brecha de luz sobre el papel de las mujeres en este periodo. "Aún queda mucho trabajo por hacer en la recuperación de un legado que hasta ahora se creía perdido", recuerda Carme Fonts Paz, profesora del Departamento de Filologia Anglesa i de Germanística de la Universitat Autònoma de Barcelona. "La clave no está en recuperar solo los textos sino en poder entender el papel social y cultural de las mujeres en la antigüedad y, claro está, la importancia de su obra en ese contexto", añade. En esta misma línea pero saltando unos cuantos siglos hacia adelante, Font iniciará en marzo un proyecto para recuperar el legado intelectual de mujeres cuyos textos aparecieron desde el año 1500 hasta el 1780. Una vez más, según remarca la investigadora, la idea no está en seguir buscando textos inéditos sino en redescubrir el valor intelectual que aportó cada uno de estos trabajos.