Andrés Contreras ha madrugado la mañana de este miércoles pero en realidad no ha madrugado. Ha viajado al Senado desde Jávea (Valencia) para ser testigo de la votación de la reforma del Código Penal de tráfico por la que ha luchado durante años junto a muchos otros ciclistas. Pero en realidad no ha madrugado porque apenas duerme desde que una mujer borracha y drogada lo atropelló el 7 de mayo del 2017, día de la madre, en Oliva (Valencia) junto a un grupo de ciclistas.

El insomnio permanente debido a los daños cerebrales es una de las innumerables secuelas que ha tenido y tendrá que soportar quizás de por vida. También la epilepsia."Tibia rota, la rótula izquierda, los dos fémures fracturados, el húmero izquierdo. Tuve dos paradas cardíacas, un neumotórax, el hígado mal, las costillas y toda la cara fracturada. A parte de que salían líquidos del cerebro y sufrí tres hematomas cerebrales".

Un 'iron man' en sentido literal

Es sólo un pequeño resumen de su parte médico. Podría seguir con la lista. Desde esa fatídica mañana, ha pasado la mitad de su vida en los hospitales para reconstruirse entero. Lo está consiguiendo. Las radiografías y escáneres guardados en su móvil muestran una escalofriante colección de clavos y chapas. "Soy todo un ‘iron man’ en el sentido literal", bromea.

El golpe físico fue terrible pero el psicológico fue peor. Entre los tres fallecidos en el mismo atropello estaba su padre, campeón de Venezuela de ciclismo en pista 1985, y dos amigos. Quizás por eso no le haya importado coger el coche de madrugada y aunque le acaban de operar la rodilla (por enésima vez) ha cruzado media España para ver el fruto de la campaña #PorUnaLeyJusta emprendida por Anna González, la viuda de un ciclista atropellado por un camionero que se dio a la fuga.

"Para mi es muy importante acudir a presenciar la votación en la que se reforma el Código Penal, ya no solo para ciclistas sino para todos los que circulamos en la vía pública, para nuestra seguridad. Es importante porque lo hago por mi padre, que falleció, a mi lado. Por mis dos compañeros que también murieron a mi lado", nos explica mientras conduce hacia Madrid.

No recuerda nada

De esa terrible mañana no recuerda nada. Son las trampas que nos pone la memoria para ayudarnos. Casi dos años después aparenta estar recuperado."Cuando lo vives en primera persona es algo escalofriante y superarlo ha sido increíble , tanto psicológica como físicamente. El dolor sufrido es de otro mundo", cuenta con una pasmosa tranquilidad, mientras explica como sigue viendo a diario el comportamiento"espeluznante" de muchos conductores.

Cuando acabe la ristra de operaciones espera poder volver a montarse en la bicicleta. Confía en que gracias a la nueva ley y a la concienciación de los conductores sea menos peligroso.

A la persona que mató a su padre y le dejó tocado de por vida no le desea nada malo. Sólo que no vuelva a empuñar el volante. Una quimera, porque con la ley vigente en el momento del siniestro no le caerán mucho más de dos años de cárcel (que apenas cumplirá) una suspensión del carnet tampoco muy prolongada. Eso, cuando se celebre el juicio, claro. Ahora sigue libre pese a tener otros antecedentes por conducción bajo los efectos del alcohol. Con la nueva ley a personas que protagonicen actos similares podrán caerles hasta nueve años de cárcel.

A Andrés, el alcohol y la droga que tomó la presunta homicida le condenaron físicamente de por vida, pero en su cabeza ya lo está superando. "Durante el viaje me ha acompañado la luna llena la más luminosa de los últimos siete años, la que le gustaba tanto a mi padre", nos cuenta radiante a su llegada.