Una mujer ha acabado con la vida de su marido en Arkansas, Estados Unidos, tras pillarle viendo porno en el cobertizo del jardín.

Patricia Hill, de 69 años, disparó varios tiros a su marido Frank, de 65, con el que estaba casada desde 2001. La pareja, que vivía en la localidad de Pine Bluff era conocida en la zona. Patricia, que era una habitual de la iglesia de la ciudad, había sido enfermera durante 50 años y daba catequesis en el colegio los domingos.

Pero según fue dándose cuenta con el tiempo, su marido no compartía sus intereses ni sus valores cristianos. Al parecer Frank era un consumidor habitual de pornografía desde hace muchos años y había tenido graves discusiones con su mujer por ello.

Patricia había ido encontrando a lo largo de los años revistas, fotos y vídeos escondidos por la casa, y ante el temor de que lo pudieran encontrar sus nietos lo tiraba todo a la basura, pero cansada de este hábito, Patricia tuvo una profunda conversación con su marido en la que le explicó lo mucho que detestaba este hábito suyo.

RECAÍDAS HABITUALES

Muchas peleas y material porno después, la pareja seguía discutiendo por lo mismo y Frank encontró la solución montandose una "cueva masculina" en el granero de su jardín para poder huir del control de su esposa.

Allí, con la excusa de que era su espacio, Frank veía deportes, bebía cerveza y, por supuesto, consumía pornografía cuando su mujer no estaba, pero al contratar el canal porno en el paquete de televisión de su esposa, Patricia recibió una factura en la que aparecía el cargo de 30 dólares por dicho servicio.

Al recibir la carta, Patricia enloqueció y llegó a pedirle el divorcio a su esposo, pero este la terminó convenciendo una vez más de que iba a cambair y que no volvería a ver porno. Tan solo dos meses después, Patricia recibió otra factura en la que aparecían de nuevo los 30 dólares por el canal porno que su marido había vuelto a contratar, y presa de la ira, la mujer entró en el cobertizo y tras una descomunal bronca terminó disparando dos balas a su marido, una en la cabeza y una en el pie.

Tras el incidente, ella misma telefoneó a emergencias y reconoció el crimen por el que ahora será juzgada, y la ambulancia llegó a la residencia donde no pudo más que certificar la muerte del hombre.