El miedo nace dentro de nosotros como un elemento que nos asegura la protección. Establece límites y barreras sobre todo aquello que puede dañarnos. Se relaciona con nuestro sistema evolutivo y es común a todo ser vivo. Sin el miedo, no habríamos sobrevivido ni lo seguiríamos haciendo. En los animales, esta supervivencia es clara: no hay duda de que todo lo que hacen por el miedo les protege y crea un entorno de seguridad. Sin embargo, en los humanos, esta emoción a veces se sale lo de lo que debería ayudarnos y empieza a perjudicarnos. Ya no se trata solo de la desadaptación que aparece al convertirse en una fobia, sino que se cruza con otras emociones y nos impide lograr metas o alcanzar la felicidad. Lo que debería jugar a nuestro favor va totalmente en contra.

A través de la experiencia, sabemos desenvolvernos en una zona cómoda y segura. En ella contamos con las herramientas necesarias para poder desenvolvernos. No implica que sea un área feliz, sino que ofrece una comodidad al cerebro, ya que no tiene que crear patrones nuevos y se limita a usar los ya establecidos. Cuando esta zona de seguridad se rompe o se abre, ante lo desconocido aparece el miedo, para protegernos, incluso cuando lo que hay fuera es felicidad.

SALTAR EL TEMOR

La 'querofobia' es la tipificación que se hace desde la Psicología del miedo a ser feliz. Aunque no esté incluido en ninguno de los manuales diagnósticos debido a su falta de estudio, sí puede encontrarse frecuentemente en la práctica. Numerosas personas acaban dándose cuenta de que ha llegado un momento en que solo ellos mismos se impiden ser felices, con conductas como el autosabotaje o la mala gestión emocional.

El miedo que una persona tiene a ser feliz puede impedirle el disfrute, viviendo anclado en el pasado, sin saber perdonar o dejar atrás. Esto coloca una barrera entre su bienestar y él mismo. Sin embargo, hay diferentes formas de aprender a ser felices superando el temor:

1. Compartir

La satisfacción personal nada desde la individualidad, pero se expande al compartirla con los demás. No solo se trata de buscar estar bien con los amigos en un bar, que es una buena base, sino de hacer algo para que otros estén mejor, apoyado en el altruismo.

2. Todo o nada

La felicidad no es un estado absoluto en el que todo tenga que estar bien siempre. De hecho, este estado tiene altibajos diarios pero que hace media con el bienestar general.

Cuando tenemos miedo a ser felices, nos apoyamos en la falsa creencia de 'todo o nada'. Es la forma de demostrarnos a nosotros mismos que la felicidad no existe y que de existir, no sería para nosotros. Es importante que este pensamiento quede atrás.

3. Compasión

La compasión está siendo cada vez más estudiada. Mientras que se demuestra su eficacia, se intenta implementar en técnicas de psicoterapia breve o psicología positiva. Si que es cierto que aún se confunde la compasión constructiva con la autocompasión, esa sensación a darse pena a uno mismo y lamerse obsesivamente las heridas.

La compasión transciende todo eso y busca saber perdonarnos a nosotros y a los demás desde la empatía y el respeto.

4. Miedo real

El miedo tiene una única función: crearnos seguridad. Todos los demás casos nos ofrecen sensaciones ilógicas y desadaptativas de esta emoción. Por eso, cada vez que sientas miedo, analiza si se debe a una situación real o no. En el caso de la felicidad, siempre será desadaptativo.

La felicidad es un proyecto al que todos deberíamos aspirar y por el que siempre se debería luchar. Sin embargo, cuando hemos vivido demasiado tiempo llenos de malestar y las situaciones negativas parecen pasar, no sabemos cómo enfrentarnos a la nueva situación y nos dejamos llevar por el temor.