La publicidad, el marketing, coachs, los libros y hasta las tazas del café parecen recordarnos a diario que estamos aquí únicamente para ser felices. Un mensaje que no acabamos de interiorizar, pero que parece siempre impuesto. Nos genera una sensación de ambivalencia, donde sabemos que queremos estar cada día mejor, pero que no sabemos hacerlo y que el mundo parece tener la clave que a nosotros nos falta. Nos movemos por una dictadura de falsa felicidad sin tan siquiera saber qué es este concepto, cómo podemos construirlo y, sobre todo, mantenerlo a lo largo de nuestra vida.

La felicidad es un constructo real y acumulativo, que se conforma con la experiencia, la educación, los esquemas mentales que tenemos y cómo nos relacionamos con el mundo. Se identifica erróneamente con el final de un proceso, como algo que debe ser alcanzado, cuando verdaderamente es un cúmulo de pequeñas y grandes cosas que nos ocurren y que hacemos que ocurran. Es tanto lo más alto de la escala de necesidades, como la base que necesitamos para construir todo lo demás. Por tanto, ante todo, la felicidad es una prioridad.

DICTADURA DE LA FELICIDAD

Llamamos dictadura de la felicidad a la imposición de que ante todo y pese a todo debemos estar bien. Obviamos y tapamos los problemas, miramos el lado bueno de las cosas, no existen emociones negativas y nos apoyamos únicamente en lo bueno. Una forma de vida imposible, ya que cada día debemos enfrentarnos a otra realidad.

Sí existen problemas, sí debemos mirarlos, sí debemos llorar. Mirar para otra parte solo aumenta el miedo. La felicidad no es lo que a veces la publicidad pretende hacernos ver. La felicidad de construye desde los momentos malos, desde aceptarlos, dudar de si estaremos bien, pero buscar el optimismo y la esperanza que nos doten de herramientas útiles para superar los problemas.

Cuando la Psicología Positiva habla de felicidad, lejos de lo que se cree, no lo hace desde la negación de las situaciones negativas. Esta corriente acepta y asume lo negativo, lo dota de valor y significado y enseña herramientas para superarlo, siempre apoyándose en fortalezas personales y valores con los que la persona puede estar ya contando. En caso de no existir herramientas, se crearán desde cero. Este tipo de psicoterapia cree en la felicidad real, aquella que se inicia desde la aceptación incondicional de que en nuestra vida pasan cosas malas.

PRIMER LUGAR

Las obligaciones diarias y nuestro ritmo de vida hacen que nos limitemos a sobrevivir, resolver los problemas que vayan surgiendo y trabajando para poder pagar los gastos y tener una mejor calidad de vida. Esto delega a un segundo plano nuestra vida emocional y, por tanto, nuestro bienestar. La felicidad no parece una prioridad, ya que creemos que esta no se trabaja, sino que vendrá de forma pasiva si manejamos todo lo demás.

La felicidad, efectivamente, sí viene a través de manejar el trabajo o el día a día. Pero eso solo es una parte que abandona la otra, la parte activa que de forma deliberada tenemos que trabajar. Buscar lo que nos gusta, tener más tiempo para nuestras aficiones, buscar nuestra esencia y derribar el ego hacen que podamos mirar dentro y fortalecer nuestro bienestar. Es una prioridad ser felices. Se debe empezar por ahí, ya que todo lo demás carecerá de sentido sin la emoción de la alegría y nos faltará siempre una parte indispensable del ser humano, algo que lleva siglos estudiándose y que siempre puede alcanzarse, desde una forma realista y sabiendo que tiene altibajos.