África tiene un gran potencial para el desarrollo de astronomía observacional, ya que los cielos oscuros, imprescindibles para las exploraciones espaciales, siguen siendo uno de sus recursos naturales. A lo largo de los últimos años, las ciencias espaciales han experimentado un desarrollo importante en el continente africano. La astronomía empieza a ser un campo importante en su desarrollo científico y tecnológico. De ahí que este territorio albergue algunos de los proyectos internacionales más ambiciosos en radioastronomía, diseñados para estudiar el origen del universo.

Este no es el único caso. España (con las Islas Canarias) y Chile, gracias a sus cielos oscuros, se han convertido en países de referencia para las instalaciones astronómicas. A través de colaboraciones internacionales, programas de transferencia de tecnología, desarrollo científico, y astro-turismo, hoy en día en estos países la astronomía contribuye de forma significativa al desarrollo socio-económico.

GRANDES INFRAESTRUCTURAS

Por ejemplo, el SKA (Square Kilometer Array) permitirá a los astrofísicos de detectar todas las ondas de radio emitidas en el Universo y así poder estudiar la formación y evolución de las galaxias, como jamás se ha podido hacer anteriormente. Este proyecto supone la instalación de miles de radioantenas en Botswana, Ghana, Kenia, Madagascar, Mauricio, Mozambique, Namibia, Sudáfrica, y Zambia. Eso implicará un importante desarrollo tecnológico e innovador en campos como la ingeniería, las ciencias de la computación, y las energías renovables.

El radiotelescopio MeerKAT, el precursor de SKA en Sudáfrica que está operativo desde el 2018, sigue produciendo unos de los mejores datos obtenidos por medio de ondas de radio. Además, otros miembros del proyecto SKA-África también están convirtiendo algunas de sus antenas de telecomunicación en radio telescopios. Namibia, por ejemplo, tiene previsto construir el primer telescopio Africano de ondas milimétricas.

Por otro lado, también la astronomía que emplea luz visible ha experimentado un avance importante en los últimos años en África. El SAAO (South African Astronomical Observatory) tiene el mayor telescopio óptico en la Tierra (SALT, de 11 metros de diametro). Junto con otros telescopios más pequeños, se ha convertido en un sitio de referencia para observaciones astronómicas.

Etiopía ha conseguido construir un pequeño observatorio con dos telescopios de apenas un metro. Marruecos, con su Observatorio de Oukaimeden y varios telescopios pequeños como TRAPPIST-North, también tiene una función importante en la búsqueda de planetas extrasolares y en el seguimiento de pequeños cuerpos del Sistema Solar.

CIENCIA CONTRA LA POBREZA

En los últimos años muchos países africanos se han lanzado a desarrollar las ciencias espaciales y la tecnología de satélites, con el objetivo de utilizar los datos de los satélites para mejorar algunos de sus retos: el acceso al agua, la producción agrícola, la prevención de desastres naturales, la conservación de recursos naturales, y el acceso a la educación y la salud.

¿Es necesario invertir en astronomía y ciencias espaciales en África, teniendo en cuenta los retos y dificultades que del continente? Sí, porque hoy en día sabemos que algunas de las herramientas más eficaces para luchar contra la pobreza a largo plazo son la educación, la ciencia, la tecnología, la innovación, y el desarrollo industrial de productos fabricados en África.

Sí, porque nuestra vida diaria ya está estrechamente relacionada con datos de los satélites, cuyo uso tiene aplicaciones en casi todos aspectos de nuestra sociedad. Sí, porque conseguir los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) es imposible sin el desarrollo de las ciencias del espacio y el uso de datos de los satélites para la observación de la tierra. Sí, porque la Unión Africana también lo ha reconocido: en su plan de desarrollo hasta 2063, ha puesto la ciencia, la tecnología y la innovación como su segundo pilar, con especial énfasis en las ciencias geo-espaciales. También ha creado la Agencia Espacial Africana en 2018.

Aunque la mayoría de los proyectos mencionados llevan poco tiempo y queda muchísimo por hacer, estas iniciativas merecen reconocimiento y apoyo internacional, si en un futuro queremos conseguir los ODS y vivir en un mundo más justo y más equilibrado para todas las personas.