En el hemisferio norte, con la llegada del otoño la vida toma un tono distinto y el ánimo se torna de más reflexión e incluso hasta de nostalgia. Es la temporada que precede al frío inviernal y la heredera de la magia del verano y por lo tanto, es un periodo de plena transición que ha marcado a la humanidad desde tiempos muy antiguos.

En ese sentido, el equinoccio de otoño ha sido un fenómeno que no solamente señala el fin de una estación para dar paso a otra, sino que transmite un mensaje muy poderoso de equilibrio entre las fuerzas, el día y la noche se nivelan dando como resultado una armonía única entre la luz y la oscuridad.

¿Qué es el equinoccio de otoño?

El término equinoccio proviene del latín aequinoctium, que significa literalmente noche igual y es el momento del año en que el día tiene la misma duración que la noche en todos los lugares de la Tierra, debido a que se encuentra perpendicular al Ecuador.

Este año el equinoccio de otoño sucederá el lunes 23 de septiembre a las 07:50 horas UTC (9:50 hora de la España peninsular) y esta estación tendrá una duración de 89 días y 20 horas, con lo cual concluirá el 22 de diciembre con el comienzo del invierno.

A pesar de que este fenómeno se presenta dos veces al año, en el hemisferio norte en marzo con la llegada de la primavera y en septiembre con el otoño, cada uno tiene un significado y un simbolismo diferente, ya que el primero ha sido visto como el renacer de la naturaleza y el segundo como el preludio del invierno, es decir, el fin del ciclo.

Rituales antiguos

Esta cosmovisión le otorgó al otoño un carácter muy especial, ya que es la temporada que se relaciona con la cosecha y con la acumulación de las cosas materiales para poder soportar el frío de los meses posteriores.

Así, la llegada del equinoccio de otoño coincidía con algunas festividades de las civilizaciones antiguas que se caracterizaban por rendir tributo a la bondad de la tierra, ya que era el tiempo de cosechar. En la cultura celta por ejemplo, celebraban el Haleg-Monath, lo que significa el Mes Sagrado, donde se ofrecían rituales a los árboles de los bosques.

En China, algo parecido sucedía con la fiesta conocida como Chung Chiu, una festividad que marca el final de la cosecha del arroz y que simboliza de cierta manera un periodo de abundancia. Para los judíos, el Succoth que significa la Fiesta de las Cabañas o de los Tabernáculos, tiene su origen bíblico y coincide con la llegada del otoño. Mientras que en la antigua Roma, se celebraban en estas mismas fechas las Fiestas Dionisiacas para conmemorar la cosecha de la uva y se celebraba bebiendo vino del año anterior.

El Mabon y la serpiente emplumada

Uno de los rituales más famosos de la actualidad es el denominado Mabon (nombre derivado de Mabon ap Modron, un dios consorte galés), también conocida como la Fiesta de la Cosecha o el Día del Banquete por los practicantes del neopaganismo, que simboliza principalmente la abundancia y el equilibrio ya que consideran que la temporada otoñal es un tiempo para celebrar y agradecer la generosidad de la Tierra.

Pero un momento especial lo representan los Mayas en México, ya que en su ciudad sagrada denominada Chichen Itzá y durante los equinoccios de la primavera y el otoño, la pirámide dedicada a Kukulcán (o Quetzalcóatl) sirve como un marco visual increíble, debido a que el sol crea la ilusión de una serpiente arrastrándose lentamente por la escalera norte y esto simboliza que la serpiente emplumada se une a los cielos, la tierra y el inframundo, justo en el momento en el que el día y la noche tienen la misma duración.

Cosechar y agradecer

De esta manera, en la vida moderna puede ser que estas celebraciones dedicadas a la llegada del otoño ya no sean tan importantes, sin embargo para los que gustan de la espiritualidad y el poder estar en contacto con la naturaleza, uno de los rituales que más recomiendan es recolectar granos y frutas y ofrendarlos justo en el momento en que sucede el equinoccio, con lo que se agradece al universo por los bienes recibidos durante la primavera y el verano.

Y como el otoño también representa equilibrio y transformación, otro de los rituales es hacer un balance de los logros conseguidos hasta el momento, reordenar las prioridades y las necesidades y dejar todo listo para que con la llegada del fin de año, se tenga un panorama mucho más claro de hacia donde se quiere transitar una vez llegado el momento.