Con voz calmada, el doctor José Miguel Cisneros (Chilluévar, Jaén, 1960) fue el encargado de poner datos a una de las peores alertas sanitarias que ha vivido España. Jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, y reconocido experto en la materia, subraya que el cambio de protocolo ante una patología que se vislumbraba diferente fue clave para reducir la mortalidad del brote de listeria surgido en Andalucía.

-¿Qué elementos se dieron para que el brote detectado en Magrudis alcanzara tal virulencia?

-Sin duda, la razón principal es el comportamiento de una gravedad extraordinaria de un empresario. Un cúmulo extraordinario de irregularidades continuadas con tal gravedad que la juez ha decretado prisión para los responsables. El consumo en pequeñas tapas hizo que la difusión fuera mayor, y eso ha contribuido a su magnitud.

-¿Existió descoordinación entre administraciones?

-Eso será imprescindible aclararlo y responder con toda la información cuando esté cerrado el brote, para que todo lo que se pueda corregir se corrija y no se vuelva a repetir.

-¿Pero los protocolos de inspección son los correctos?

-Tiene que servir para revisarlo todo, incluidos los protocolos de seguridad alimentaria vigentes, y eso incluye los autocontroles de las empresas. Hay que hacer una revisión cuando todo el análisis de este extraordinario brote esté terminado, porque la información va a ser muy útil para mejorar esos protocolos, reforzarlos y evitar que se repita.

-¿Qué ha hecho Andalucía para que el presidente de la Junta llegue a presumir de escribir un «nuevo relato en el combate contra la listeria»?

-La tasa de supervivencia de esta listeriosis invasiva ha sido del 98,6%, frente al 78% de otros casos. El grupo de profesionales encabezado por los infectólogos vieron que su virulencia, respecto al aislamiento en sangre de la bacteria en los pacientes, era diferente. Y decidimos que no debíamos mantener los criterios establecidos hasta ahora. Desde el primer momento se estableció un protocolo de tratamiento en todos los hospitales andaluces novedoso por cuanto elevó el nivel de alerta y de tratamiento precoz de los pacientes con sospecha de infección por encima de esas recomendaciones habituales.

-¿Estaban preparados los servicios sanitarios andaluces para una crisis de esta magnitud?

-La mejor respuesta han sido los resultados. El sistema sanitario estuvo a punto de bloquearse por la saturación de Urgencias, porque había una gran preocupación y alerta sanitaria. Pero hubo una respuesta profesional enorme y una gestión de la información que transmitió datos reales en tiempo real con informes diarios de lo que pasaba en cada hospital, número de casos, de fallecidos, de abortos… que imperó sobre el resto de informaciones más o menos contrastadas que podían haber contribuido al pánico. Otra cosa es la reflexión desde el sistema sanitario acerca de si el procedimiento de vigilancia en España de la listeriosis es el adecuado.

-¿Y lo es?

-Este brote ha demostrado que no. Necesitamos aplicar criterios de biología molecular para determinar con rapidez la cepa que provoca una muerte y la del alimento contaminado. Es algo que no está incluido en las recomendaciones, pero no podemos permitir que haya 400 casos anuales en España fuera del brote. Es necesario que haya un centro de referencia que vincule, por ejemplo, un caso de Barcelona con otro de Sevilla y diga que los dos comieron un chorizo de tal pueblo. Si no se ponen en contacto costará más trabajo detectar precozmente, y en vez de dos casos habrá seis o un brote. Además, con un periodo de incubación tan largo, no basta con preguntar qué comió usted hace hasta 70 días, eso es complicado de recordar…

-Esa propuesta requeriría ampliar los grupos de trabajo…

-Es fundamental que en enfermedades infecciosas participen microbiólogos, como se ha hecho aquí, e infectólogos, porque si no habrá una visión parcial del problema. Desafortunadamente, España es uno de los tres países de Europa donde no hay especialidad en enfermedades infecciosas. La OMS incluye entre las 10 principales amenazas para la salud pública mundial seis enfermedades infecciosas para este año. Y este caso es una prueba más de la necesidad de contar con especialistas bien formados en ese terreno.