La conclusión del último informe publicado por la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA en sus siglas en inglés), sobre la situación en el viejo continente, es rotunda: Europa no alcanzará sus objetivos de sostenibilidad para el 2030 si no toma medidas urgentes la próxima década para responder a la pérdida de biodiversidad, las repercusiones del cambio climático, la sobreexplotación de recursos naturales y los riesgos medioambientales para la salud y el bienestar.

«No será posible alcanzar los objetivos si no se produce un cambio rápido y fundamental sobre la naturaleza y la ambición de la respuesta europea», sostiene la agencia que pone el acento no solo en la reducción de la presión sobre medio ambiente y clima sino particularmente en un cambio de los patrones de consumo y del modo de vida.

El informe, que se publica cada cinco años y realiza una extensa radiografía del estado de la protección del medio ambiente en Europa, coincide con la Cumbre del Clima en Madrid, la declaración de la emergencia climática por parte de la Eurocámara y el nuevo Pacto verde promovido por la Comisión Europea. «No solo debemos actuar más. También tenemos que actuar de un modo diferente. Durante la próxima década, tanto el medio ambiente como el clima exigirán respuestas muy diferentes de las que nos hemos dado durante los últimos 40 años», apunta el director de la agencia, Hans Bruyninckx.

Y es que, desde 1950 la población mundial se ha triplicado hasta los 7.500 millones, la producción económica se ha multiplicado por 12 y el uso de energía primaria lo ha hecho por cinco. Estas cifras, alertan, se quedarán cortas en poco tiempo porque el uso de recursos podría duplicarse en el 2060, con un aumento del 55% de la demanda de agua en el 2050 y del 30% en energía para el 2040.

Aunque ha habido avances los expertos de la agencia advierten de que «Europa no está haciendo lo suficiente para abordar los retos medioambientales» y concluyen que las políticas han sido más eficaces a la hora de reducir las presiones medioambientales que proteger la biodiversidad y los ecosistemas y la salud y el bienestar de las personas. Por ejemplo, en materia de biodiversidad, Europa ha logrado designar zonas terrestres y marinas protegidas y algunas especies se han recuperado, pero es probable que de los 13 objetivos en este ámbito incumpla la mayoría. El estudio también alerta sobre la calidad de las aguas y la fragmentación del paisaje.