El primer boletín sísmico que llega directamente desde la superficie del planeta rojo desvela que el suelo marciano tiembla con frecuencia. Más que la Luna. Pero no tanto como la Tierra. Este mismo lunes, la revista Nature presenta las primeras mediciones sísmicas in situ que reflejan las vibraciones en el subsuelo marciano y en la corteza superior del planeta. La información llega a los centros de control terrestres gracias a la misión Insight, diseñada para medir el pulso del planeta desde el 26 de noviembre del 2018, que proporciona ahora los primeros datos geofísicos directos de un planeta que no sea la Tierra.

A lo largo de 235 días marcianos, que duran algo más que los terrestres, el robot ideado por la agencia espacial NASA registró 174 eventos sísmicos. 150 de estos se clasificaron como de alta frecuencia, similares a los que el programa Apollo captó en la Luna. Los otros 24, de baja frecuencia, recordaban más a los que vemos en la Tierra. Entre estos, dos mostraron patrones distintos a los que estamos acostumbrados. La precisión de estas mediciones se debe a que el instrumento a bordo del Insight es tan sensible que puede captar vibraciones 500 veces más silenciosas que las terrestres.

Estos datos nos están ayudando a comprender cómo funciona el planeta, su tasa de sismicidad, qué tan activo es y dónde se concentra esta actividad, explica Nicholas Schmerr, geólogo de la Universidad de Maryland y coautor del estudio. Estas preguntas, lejos de quedarse en un plano teórico o abstracto, tienen profundas implicaciones en el estudio de Marte. Y la posibilidad de que en su superficie haya vida. Si resulta que hay magma líquido en Marte, y si podemos determinar dónde está más activo geológicamente el planeta, esta información podría guiar futuras misiones en busca del potencial para la vida, comenta el investigador.

UN DÍA EN MARTE

Junto al boletín sismológico, Insight también envía un parte del tiempo en Marte. Los instrumentos a bordo registraron fuertes rachas de viento que levantan los conocidos como 'demonios de polvo'. Este fenómeno aumenta desde la medianoche hasta la madrugada, impulsados por el descenso del aire frío desde las tierras altas hacia las llanuras. A lo largo del día, en cambio, el calentamiento del sol provoca otro tipo de viento. Y, por lo que parece, todo se calma hacia altas horas de la noche. Y es ahí cuando el sismógrafo a bordo del robot marciano puede centrarse en escuchar los seísmos del planeta rojo.

"Lo espectacular de estos datos es que nos da esta imagen bellamente poética de cómo es un día en otro planeta", comenta Vedran Lekic, geólogo de la Universidad de Maryland y otro de los coautores del recién publicado estudio.