El psicólogo Francisco Serrano, secretario de la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar defiende que para que el confinamiento en los hogares no genere malestar, los padres deben transmitir tranquilidad y serenidad, para que sus hijos también lo estén y decirles la verdad de lo que está ocurriendo, en su lenguaje, pero sin mentirles.

-Nos quedan muchos días metidos en casa, ¿se pueden resentir las relaciones de la familia y de la pareja?

-Teniendo en cuenta los pocos precedentes, sabemos que una situación así afecta de manera importante tanto a las relaciones familiares como de pareja. Debemos plantearnos que la situación es seria y que puede tener consecuencias.

-A medida que pasen los días será peor.

-Lo será. Hace unos días se ha publicado el primer gran estudio en The Lancet sobre los efectos psicológicos de la cuarentena, según el cual cuanto más tiempo pasa peores son los efectos psicológicos.

-¿Cuáles pueden ser?

-De dos tipos: Los individuales, relacionados con la ansiedad, con el estrés (es inevitable porque te estás defendiendo de una situación nueva, lo percibes como una amenaza y tu cuerpo reacciona), con el aburrimiento que a algunas personas les produce malestar y la sensación de no tener libertad, que es algo que solo saben quienes han estado privado de ella y genera muchas emociones negativas y causa mucho sufrimiento, aunque creas tenerlo todo en casa. En las cuestiones relacionales, de las que se habla menos, esto es como Gran Hermano, todas las emociones se exageran mucho y todo transcurre en muy poco tiempo y puede haber enamoramientos y odios. Hay parejas que si están bien lo vivirán como una luna de miel y estarán en casa estupendamente y las que están mal tendrán muchos problemas. Igual ocurrirá con las relaciones entre padres e hijos. Ahora hay un montón de niños muy felices en casa porque están pasando tiempo con sus padres y probablemente muchos de ellos no lo pasaban habitualmente. En las familias que están bien y hay armonía y equilibrio, esta medida puede ser hasta beneficiosa. Pero en las que están mal, con conflictos entre padres e hijos o las parejas no se llevan bien, será un problema muy grave. De hecho el único precedente que tenemos con datos es China, que ha doblado el número de solicitudes de divorcio en el último mes. Es lo mismo que ocurre en los periodos de vacaciones, porque se rompe el equilibrio habitual. Entre parejas y en las familias esto puede causar mucho males.

-¿Cómo deben explicar los padres a sus hijos pequeños lo que está sucediendo?

- A los niños siempre hay que decirles la verdad. Tenemos la mala costumbre de engañarlos, pero tienen que confiar en sus padres. Hay que contarles lo que está pasando, en su idioma. La verdad es la que es: estamos siendo obligados a permanecer en casa porque así evitaremos que muera muchísima gente por este virus. En internet hay mucho material, incluso cuentos que pueden ayudar. El niño necesita entender qué ocurre. Los primeros días estará bien porque juega con sus padres, que le prestan atención, no va al cole, pero cuando pase un cierto tiempo también se va a empezar a agobiar. Tampoco va a entender por qué el vecino puede sacar al perro a pasear y él no puede salir. Por eso tenemos que decirles la verdad. Después, para que los niños se sientan seguros tienen que sentirse arropados por las personas queridas. Hay que darles cariño y juegos y prestarles atención. Se adaptarán, porque tienen una gran capacidad de adaptación. El problema son nuestras reacciones. Cuando el niño va al dentista sufre pero el padre sabe que es por su bien y que cuando pase se recuperará. Pero si el padre se pone nervioso, el niño lo pasará peor en la consulta. Si le habla tranquilo y no le miente, se sentirá tranquilo. Cuando viajamos en avión, si alguien tiene miedo mira a las azafatas y al personal de vuelo, si están tranquilos se tranquiliza. Si hay turbulencias y ve que la azafata se asusta, se asustará. Los niños necesitan vernos serenos y tranquilos. Esa es la base de este tiempo que vamos a pasar juntos en casa.

-¿Los abrumamos con tantas actividades?

-No veo ningún problema. Los niños necesitan jugar y mientras juguemos con ellos, estarán encantados. El único riesgo es el educativo, que se pierda el hilo de las clases. Pero está funcionando bien, no va a pasar y si ocurre que se queden un poco desconectados este curso, no será tan grave, tiempo habrá de recuperarlo. Además hay que pensar que el tiempo en casa con un niño es mucho más intenso. Una hora sentados haciendo tareas es como cuatro horas en el colegio.

-¿Cómo deben actuar los padres separados con los hijos?

-Parece una obviedad pero es lo que siempre se aconseja en las separaciones: el bienestar de los niños es prioritario y es una máxima que debemos grabarnos. Los niños deben estar en el domicilio donde se encuentren mejor. No pasa nada porque nos saltemos lo establecido porque todo ahora es excepcional. Hay que pensar dónde van a estar mejor. Si hay buena relación, los niños pueden cambiar de domicilio, salvo que existan indicios de que se van a poner en riesgo.

-¿Cómo influye el teletrabajo en el orden familiar?

- Influye mucho. De hecho creo que no se ha medido bien. Los niños requieren mucha atención y trabajar en casa está muy bien para una persona que está sola, pero con niños es difícil. Una recomendación sencilla es que hagamos una agenda y nos organicemos por horas: con horarios para trabajar y para jugar. Los niños también entienden el mensaje y lo necesitan, porque si no, al ver a sus padres cerca creen que están asequibles para ellos en cualquier momento, pero hay que enseñarles que pueden jugar solo mientras sus padres no trabajan.

-¿Corremos el riesgo de saturarnos con tanto información sobre el coronavirus?

-Más que saturarnos corremos el riesgo de no medir la información que nos llega en su justa medida. Yo hago una recomendación muy sencilla: que se lean periódicos y se vean informativos diferentes, porque hay gente muy alarmista y podemos recibir mucha información negativa. Ocurre como a los hipocondríacos, que buscan información de la enfermedad que no tienen. Hay que relativizar el problema. Ahora que muchos tienen más tiempo, no se trata de leer titulares sino artículos de opinión de expertos, porque nos ayudan a reflexionar. No es tan importante el dato del número de contagiados sino cómo evoluciona.

-¿Cree que sacaremos algo positivo de esta experiencia?

-Sí. Siempre digo que todas las personas vamos por la vida con una caja de herramientas para arreglar lo que se estropea. Cuando hay una avería saco la que necesito. Con este problema de ahora tengo que abrir mi caja. No lo había hecho antes porque no la había necesitado. Nuestras herramientas son nuestras actitudes psicológicas, nuestros recursos: inteligencia, paciencia, amigos, familia, o mi energía. Cada vez que tenga una situación problemática miro las herramientas que tengo y compruebo que las puedo utilizar para afrontarla.

-¿Seremos distintos el día que volvamos a salir a la calle?

-Lo seremos porque mucha gente contará con esa caja de herramientas que no sabía que tenía. Hay gente que comprobará que ha salido con un montón de actitudes que desconocía, porque ha demostrado que puede solucionar situaciones. Por contra, habrá personas que sufrirán mucho. Esto es como el virus, si no te mata, te hace más fuerte. Así que podemos salir fortalecidos.

-¿Cómo afectará al personal sanitario?

-El estudio de la revista The Lancet sobre los efectos psicológicos de la cuarentena señala que la población que más riesgo a largo plazo es la sanitaria, los que están trabajando con los enfermos. Esa es la gente que va a necesitar una ayuda especial después.

-¿Cambiará la forma de relacionarnos?

-Es muy importante que estos días fomentemos las relaciones con los demás. Estar encerrado no significa que no puedas hablar con tus amigos y familiares. Utilicemos el teléfono y las nuevas tecnologías, porque está demostrado que amortigua el sufrimiento.