Es un trato. Tú por mí y yo por ti. Tú te quedas en casa y él te dibuja. Esa es la ingeniosa propuesta que ha planteado el extremeño Daniuniko para sobrellevar la cuarentena. Es su manera de agradecer a todos los que cumplan la medida del confinamiento en los hogares con lo que mejor sabe hacer y cómo no, también una forma de ocupar su tiempo. El llamamiento lo hace desde sus redes sociales, a través de su cuenta de Instagram propone a los interesados que compartan la publicación y que suban un selfie con el hashtag #yomequedoencasa. Así de sencillo. En tan solo dos días ya ha perfilado una veintena de retratos, todos en blanco y negro sobre las fotografías que envían, y acumula ya decenas de encargos. En solo una semana supera ya el centenar. En declaraciones a este diario, asegura que está desbordado y abrumado por la respuesta. Ni por asomo imaginaba que una idea que nació de forma desinteresada y sin más ánimo que el altruismo alcanzara tal seguimiento.

El artista nació en 1989 en Madrid aunque al poco tiempo volvió al pueblo de su familia, Aliseda. Es cacereño «de toda la vida». Se diplomó en Publicidad, Ilustración y Diseño. Lleva más de ocho años en el oficio, ha firmado encargos para firmas multinacionales como Cocacola, Movistar, Nissan y Mahou y en estos últimos años compagina este trabajo con el de director de arte de una agencia de publicidad. Anota que el propósito de la iniciativa era llamar la atención de la gente para concienciar sobre la seriedad del asunto y alentarles para que no salieran a la calle como gesto de solidaridad y empatía hacia los colectivos más vulnerables. En su caso el encierro no es tarea difícil porque como ilustrador está acostumbrado a pasar mucho tiempo en casa pero entiende que para el resto de la gente no es lo común y supone un esfuerzo. También reconoce que con esta idea buscaba combatir el aburrimiento.

«Normalmente suelo buscar inspiración en películas o en videojuegos y me estaba agobiando estos días sobre qué inspirarme en quince días». Ahora ya lo ha encontrado, a cada retrato dedica al menos una hora y ya se ha fijado una media de cinco o seis al día. Es su particular granito de arena. «Lo único que puedo hacer es quedarme en casa y ofrecer lo que pueda». Él aporta su arte y tiene claro que cuando acabe, esta grave crisis habrá servido para que la sociedad se de a sí misma una lección de humanidad. «Esto nos va a hacer comprender muchas cosas que habíamos olvidado por la rutina del día a día como pensar en el otro». Tú por mi y yo por ti. Porque un trato es un trato. Y los tratos hay que cumplirlos.