La doctora Carmen Sánchez Alegría es médico de Urgencias en el hospital Virgen del Puerto de Plasencia desde hace 29 años. Lleva 14 días aislada en su domicilio con coronavirus y, a pesar de pasarlo mal, el quinto día de confinamiento decidió ofrecer su ayuda a todo el que lo necesitara, enfermo o no, a través de las redes sociales. La respuesta la ha superado y ya ha respondido más de 2.000 mensajes, mientras sigue mejorando.

-¿Cómo se contagió y qué hizo cuando lo supo?

-En medicina nunca se sabe, creo que fue en una de mis últimas guardias, el 13 de marzo. No le di importancia porque los síntomas eran leves y seguí trabajando con una mascarilla, guantes y mucho cuidado porque no quería contagiar. Al día siguiente, comenzó la falta de aire y la fiebre y desde entonces estoy en un autoconfinamiento obligatorio.

-¿Y su familia?

-Mi primera preocupación fue protegerles a ellos, que estaban dispuestos a contagiarse con tal de cuidarme y arroparme. Nunca olvidaré la mirada de mi marido, de susto, ternura, miedo, de te quiero y estoy aquí y estoy dispuesto a morir para estar contigo. Casi me enfadé, pero me empeñé en que se marcharan.

-¿Qué ocurrió cuando se quedó sola?

-Empeoré de golpe y me vinieron todos los síntomas no graves. El corazón empezó a latirme a 160 pulsaciones, la saturación de oxígeno bajó a 60, la sensación de respirar era como cuando te meten debajo del agua. Como médico, me alarmé porque todo fue muy rápido.

-Aún así, no llamó al 112 para que la ingresaran

-Sabiendo cómo estaban las cosas, no, pero además, es tal el dolor, tan generalizado, que te abandonas, aceptas la situación y te concentras en respirar porque no quieres mucho más.

-Pero fue mejorando y se le ocurrió poner su experiencia como médico y paciente al servicio de otros, desde casa

-Sí, fue después del quinto día, tras una mejoría bastante llamativa. Tenía temblor y cansancio, pero sentía que no me moría. Yo no tengo habitualmente mucho tiempo para las redes sociales, ni sabía su alcance, pero la gente contactaba conmigo porque los teléfonos estaban colapsados, incluso gente de otros países porque el miedo corre más rápido que el virus, así que me puse a disposición de las personas que querían aclarar dudas.

-Y abrió la caja de Pandora

-Sí. No doy a basto. Ya no sé en cuántas televisiones he entrado. He aprendido geografía e informática y, al principio, tenía que mantener el tipo porque me cansaba hasta de sujetar el teléfono. Aún así, mantenerse útil hace que te sientas bien y, aunque mis brazos se cansaran de escribir, he respondido más de 2.000 mensajes, de todas partes, Canadá EEUU, Alemania, Inglaterra, América entera... El virus no entiende de fronteras, edades o clases sociales. Pero es fantástico cómo una palabra de cariño ayuda, lo que más he mandado es esperanza.

-Por lo que cuenta, el proceso de curación es lento

-Es muy lento. Anoche (por el miércoles) fue cuando noté verdadera mejoría, pero a mitad del proceso perdí el gusto y el olfato y aún no lo he recuperado y esta mañana he tardado en hacerme un té y una tostada 40 minutos. Solo he tomado paracetamol y ahora lo que tengo es cansancio, poner la lavadora me supone un gran esfuerzo, y tos (no puede evitarla durante la entrevista).

-Pero se puede curar

-Se puede. Ahora que he sido paciente he comprobado que lo que vengo repitiendo siempre funciona. Yo he recetado abrazos, risa y alegría, que ayudan en todas las enfermedades y ahora lo he aplicado en mí. Me ha ayudado la meditación y practicar la aceptación y la confianza. Me ha podido la alegría porque el sistema inmunitario, para que funcione, necesita echar el miedo fuera. Esta enfermedad requiere no poner zancadillas como la ansiedad y el miedo y sí vitamina de cariño porque el amor cura y es el antídoto del miedo. Me consta que los sanitarios se lo están dando a los enfermos. Yo he tenido que despedirme de mi padre, que ya estaba malito, por teléfono y es muy duro, pero he sentido que mis palabras llegaban a su corazón.

-¿Qué mensaje daría a contagiados y no contagiados?

-Como médico, que se queden en casa y eviten el contacto entre humanos y, como paciente, tranquilidad y esperanza porque se pasa mal, pero se puede curar y se cura más fácilmente si no le ponemos zancadillas.