Esta madrugada se producirá un nuevo cambio de hora. Las dos de la madrugada pasarán a ser las tres y así entrará en vigor el horario de verano. Pese a las molestias que suele provocar esta modificación, el paso que supone para empezar a disfrutar de cada vez más horas de luz al día suele provocar más alegría que enfado... Excepto, quizá, este año, cuando tendremos que observar este cambio desde las casas en las que estamos confinados por el coronavirus.

«Este cambio en primavera siempre apetece porque empezamos a tener más horas de luz a lo largo del día, pero por esta misma razón, ese cambio ahora pueda provocar ansiedad -explica María José Jorques, doctora en Psicología: «Vamos a tener más horas de luz y no vamos a poder salir a disfrutarlas».

El vicedecano del Colegio Oficial de Psicología de la Comunitat, Óscar Cortijo, está de acuerdo con Jorques. «La percepción de más horas de luz probablemente provoque que la hora de acostarse se alargue en todas las edades y la sensación de enclaustramiento se magnifique», advierte.

inadecuado // Además de psicólogo, Cortijo es coordinador para la Comunitat Valenciana de la Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios Españoles (ARHOE), que considera «inadecuado» este cambio de hora ya que, a su juicio, «agrava la irracionalidad de los horarios españoles» y «dificulta la conciliación y la productividad». Cortijo subraya que las medidas impuestas por la alarma del coronavirus «están exigiendo una madurez de los españoles para quedarse en casa y, a pesar de la dificultad del hacinamiento, miedos y cambio de hábitos, manejar la situación de la mejor forma posible». Pero a este esfuerzo hay que añadir ahora el del incremento de la luz solar, un elemento que estimula a salir y no quedarse en casa en situaciones cotidianas. «Ante el estado de alarma que ya por sí activa la frustración al coartar la libertad de movimientos y aunque racionalmente comprendamos la necesidad y responsabilidad que tenemos de no salir, va a ser otro elemento más a introducir a ese tsunami emocional.

Los expertos recomiendan, para una mejor adaptación, mantener las rutinas que se han seguido hasta ahora durante las primeras semanas del confinamiento obligado, aunque adaptándolas al nuevo horario. «Para los niños es mejor retrasar la hora de los juegos, del baño o de la cena, porque puede ser muy difícil llevarles a la cama cuando todavía no es de noche», explica la doctora, quien también sugiere «trasladar» las actividades familiares a las zonas de la casa en las que haya más luz natural.