Los celadores cacereños exigen que se les proporcionen Equipos de Protección Individual (EPIs) de manera urgente. Circulan por todas las áreas de los hospitales y a diario están en contacto directo con personas infectadas de coronavirus pero, aun así, el protocolo estima que son personal de bajo riesgo, por lo que el Servicio Extremeño de Salud (SES) solo les facilita para su jornada diaria mascarillas de papel o tela (que no evitan el contagio), una bata verde porosa y unos guantes. «Y nos dicen que no pidamos más, que gastamos mucho», se queja una celadora del hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres. La situación afecta al colectivo de toda la región, aunque las reivindicaciones, de momento, se concentran en la capital cacereña.

Ellos, por su cuenta y riesgo, se elaboran a diario trajes impermeables con bolsas de basura, pero creen que no es suficiente. Según los cálculos del colectivo un 10% de los trabajadores se encuentra en aislamiento tras presentar síntomas, aunque no se les realiza la prueba. «Llevamos a los pacientes de un lado para otro, los trasladamos a rayos, nos montamos con ellos en el ascensor, les levantamos si no pueden moverse y muchas veces los apoyamos en nuestro cuerpo para poder levantarlos», afirma esta afectada.

Lo mismo piensa otra compañera de este mismo centro hospitalario, que compartió su denuncia a través de las redes sociales para hacer ver que el contacto con pacientes positivos es su día a día: «Luchamos todos los días contra esta enfermedad. Recibimos a los pacientes en la puerta del hospital, los trasladamos en silla de ruedas o en camilla, les colocamos el oxígeno si lo precisan, les sujetamos, si es necesario, en una intervención en la que no se pueden mover, les hacemos cambios posturales, les recolocamos las mascarillas que les molestan y no tienen acompañante a su lado, les tapamos con mantas a los que están tiritando, trasladamos los cadáveres de aquellos que no han podido soportar la lacra,…», asegura.

«Es cierto que debemos optimizar los recursos, pero no a costa de la salud de un personal que algunas personas consideran de segunda clase», concluye.