Dos jóvenes se sientan a desayunar en un banco de la plaza Espanyola del barrio de la Torrassa de L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona). Ninguno lleva la mascarilla puesta y están cerca de otras personas, algunas mayores, que disfrutan de la mañana del domingo sentadas en el que es uno de los puntos neurálgicos del barrio. Dos agentes cívicas del ayuntamiento, que ya han advertido a otras personas en el mismo lugar, se acercan para informarles de la obligatoriedad de utilizar mascarilla. No sucede nada, caso omiso. Una vecina pasea a su perro y les recrimina la actitud: «Esto es una vergüenza». Unos minutos más tarde, otros dos agentes vuelven a pedirles que usen la mascarilla pero tampoco se lo toman enserio.

L’Hospitalet tenía 31 casos de coronavirus hace una semana, ayer ya eran 107. El incremento más notable se ha producido precisamente en el barrio de la Torrassa, que ha pasado de cuatro casos positivos a 37, una cifra que supone un tercio del total de todo el municipio. Las personas afectadas por este brote pertenecen a diferentes núcleos familiares y 10 de ellas son ocho residentes de un centro geriátrico del barrio (todos asintomáticos y cinco ya habían pasado el covid-19) y dos trabajadores del mismo. También se han detectado brotes en los barrios de Collblanc, La Florida y, en menor medida, Pubilla Cases, todos ellos al norte de la ciudad y muy cercanos a Barcelona.

A los vecinos de La Torrassa no les sorprende que haya un brote en el barrio. «Se veía venir -asegura Juan José, vecino de la plaza Espanyola-. Aquí no se han cumplido los protocolos ni durante el estado de alarma. Había días que la gente se reunía en la plaza por la noche a beber». Este vecino lamenta la falta de medidas por parte de las autoridades, aunque reconoce que Guardia Urbana y Mossos d’Esquadra «hacen lo que pueden».

En la misma plaza, Cristian, un joven colombiano que trabaja en la panadería latina El Primo, también se lamenta de la situación. «La gente no respeta mucho. Algunos van sin mascarilla. En las terrazas se agolpa la gente y en la plaza se reúnen por las noches a beber», asegura. Él teme que la situación se descontrole y también a los efectos económicos que podría acarrear un nuevo confinamiento. «Económicamente esto ha sido un desastre y la faena ha bajado», lamenta el joven.

En la rambla Catalana, a unas calles de la plaza, Juan y Francisco, vecinos de La Torrassa desde hace más de 50 años, comentan preocupados la situación. Los dos coinciden con Juan José y Cristian en las conductas incívicas que se producen en el barrio, «y es que no es nuevo», denuncia Francisco. «Estamos un poco inquietos porque esto se está desmadrando demasiado», reconoce Juan.

Ellos también piden un mayor control por parte de las autoridades. «La gente sale sin mascarilla y de cualquier manera», dice Francisco. Durante estos últimos días reconoce que hay más patrullas, pero creen que se trata de «un lavado de imagen».

Nelson, otro vecino del barrio, toma una bebida energética en un banco de la calle Mossèn Jaume Busquets. Él también se muestra preocupado, pero cree que después de los meses de confinamiento la gente necesitaba salir a «tomar aire fresco». «El problema es que muchas personas no cumplen con las medidas de seguridad», afirma.

Poco sitio, mucha gente

L’Hospitalet es la segunda ciudad de Cataluña en población con más de 264.000 habitantes, según el Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), y el barrio de La Torrassa es uno de los más densamente poblados de Europa. Según datos del ayuntamiento, en los 0,44 km2 que ocupa el barrio hay una densidad de 61.686 habitantes/km2.

En el barrio, según explican los vecinos, las viviendas son más bien de tamaño reducido y hay pocos espacios de reunión. «La plaza Espanyola es un punto conflictivo porque en La Torrassa hay mucha densidad de población y espacios demasiado pequeños. Allí es donde se reúne la gente», asegura una agente cívica, que durante estos días controla que se cumplan las medidas de seguridad, como llevar la mascarilla y respetar las distancias de seguridad.

Ante este brote, el Ayuntamiento de L’Hospitalet ha decidido cerrar pistas deportivas al aire libre este fin de semana. El objetivo es evitar contactos que faciliten la propagación del virus, sobre todo entre la gente joven que se reúne para hacer alguna actividad deportiva. Esta medida se ha tomado mientras las autoridades identifican los focos de este rebrote.

La alcaldesa de L’Hospitalet, Núria Marín, adelantó que esta semana se creará un comité de seguimiento del rebrote.