Mucho se está hablando estos días de la falta de rastreadores para realizar un seguimiento adecuado de los contactos de cada persona contagiada por Covid. Pero hay un escalón previo en el escudo protector contra la epidemia que también está debilitado: la atención primaria, pese a ser el primer paso para conocer si una persona está infectada y, a partir de ahí, tratarla y asilar a ella y sus contactos.

Según los cálculos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC), debido a que la recomendación de las autoridades sanitarias ha sido que los profesionales sanitarios se tomen sus vacaciones en verano, con la previsión de que la segunda ola llegase a partir de octubre, en estos momentos faltan alrededor del 30% de los médicos de cabecera, un agujero que no está supliendo con nuevas contrataciones debido a que los esfuerzos de las autonomías se están destinado a aumentar los rastreadores de contactos, que salvo en Canarias no están integrados en los centros de salud, sino que es personal externo que depende del área de Salud Pública.

A esto hay que añadir un número pequeño, pero importante, de profesionales sanitarios que está de baja debido a que el coronavirus ha infectado a más de 52.900 profesionales sanitarios. Y, con la persistencia sintomática, muchos de los contagiados cuando apenas había equipos de protección siguen sin incorporarse.

LA SEGUNDA OLA HA LLEGADO ANTES

Y, junto a lo anterior, también pesa que los centros de salud más pequeños y que se cerraron para desviar su personal a los hospitales durante el pico de contagios aún siguen clausurados.

Si bien, la segunda ola no se ha retrasado tanto como se preveía y si la situación es crítica en Cataluña, como ha reconocido el secretario de la Agència de Salut Pública de Cataluña, Josep María Argimon, y Aragón; en otras regiones se está produciendo un aumento preocupante de brotes. Esto supone que la Atención Primaria tiene que hacer frente al nuevo avance de la pandemia en peores condiciones que durante la primera ola, según resume Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

Nos ha pillado con el pie cambiado, los profesionales están muy agotados y cansados, y pensando que la segunda ola iba a llegar en octubre, esto nos pilla nuevamente descolocados, añade el doctor Salvador Tranche, presidente de SemFYC.

LAS CONSECUENCIAS DE LOS RECORTES

La SEMG calcula que hacen falta entre 3.000 y 6.000 médicos y enfermeras para cubrir así las necesidades mínimas ya que, más allá de la situación coyuntural que provocan las vacaciones, la atención primaria aún no se ha recuperado de los recortes motivados por la crisis económica, que se concentraron especialmente en el primer nivel asistencial. Así, mientras en los presupuestos destinados a la asistencia especializada ya se han repuesto, en primaria siguen un 6% por debajo. Y en los hospitales las mermas de inversión se notan en la falta de tecnología pero en atención primaria implican un recorte de personal, según Tranche, cuya sociedad contabilizó, antes de que llegara el covid, que era necesario invertir más de 2.500 millones en cuatro años, lo que supone incrementar el un 25% el presupuesto actual, para devolver a la atención primaria a la situación de antes de la crisis.

El problema es que, aunque las administraciones quisieran reforzar los centros de salud de golpe, no hay suficientes médicos disponibles debido una planificación errónea durante años. De hecho, la atención primaria es el área más envejecida y ni si quiera hay profesionales suficientes para cubrir las jubilaciones, según las sociedades médicas. El motivo es que las administraciones han priorizado, como en otras partes del mundo, la especialización y para ello han reducido el número de plazas MIR destinadas a formar a médicos de familia. A ello se une que es una especialidad poco demandada por los estudiantes, ya que no hay asignaturas específicas sobre esta materia en las carreras de medicina, tiene menos prestigio que otras especialidades y los futuros doctores saben que en los centros de salud hay una sobrecarga laboral tremenda, según explica Tranche.

CONTINÚA LA FALTA DE INFORMACIÓN

Pese a este panorama, las administraciones están repitiendo algunos de los errores que cometieron durante el primer azote. Y es que, mientras que los equipos directivos de las consejerías de salud sí que mantienen reuniones periódicas con los gerentes de los hospitales, no hacen lo mismo con los directores de los centros de salud, por lo que los B siguen fallando pese a que los brotes son dinámicos y es necesario que la información se comparta, apunta el presidente de SemFYC.

La palabra refuerzo de la atención primaria que el Gobierno lanzó como exigencia para pasar de fase se ha quedado en el limbo, lamenta Armenteros. Se ha logrado, eso sí, que haya test suficientes para diagnosticar a todos los sospechosos y los resultados se obtengan en un plazo razonable, aunque en algunas comunidades, como en la de Madrid, tendrían que ir más rápido.