C on buena asistencia de público Mérida recuperó las corridas de toros, y lo hizo con un encierro de Jandilla en homenaje a Borja Domecq Solís, quien tuvo a bien criar sus toros muy cerca de la capital de Extremadura, en la finca Don Tello, en el camino de Alange

Entre los prolegómenos y la nefasta parada de cabestros, que no era capaz de devolver al toro que abrió el festejo, pasaron casi tres cuartos de hora. Era el sobrero terciado y abrochado de pitones. Toro que galopaba pero salía suelto del capote de Morante de la Puebla. Corretón, sin fijeza. Apretó en el caballo, mucho castigo para tan poco toro. Quite a la verónica de Morante, poca enjundia.

Brindis al público y ayudados del sevillanopor alto de inicio, precioso otro por abajo y los dos de pecho. Noble el animal, toreo a media altura, primero con la diestra y después al natural sin atacar al animal, que transmitía muy poco. Repertorio morantista en los remates, el molinete abelmontado y el cambio de mano.

Castaño, terciado, cerraba los pitones pero bien hecho el segundo. Recibo a la verónica de El Juli, ganaba terreno y el burel doblaba bien. Gran puyazo, apretaba el bravo jandilla con los dos pitones y por abajo. Chicuelinas de frente exageradamente abierto el compás. Oreja.

Brindis a Borja Domecq hijo. Muy emotivo. Noble y enclasado el animal. Tenía fijeza y el temple del El Juli le ayudaba a ir hacia delante. Pero ¡ay! andaba justito de fuerzas. Faena que fue decayendo en lo artístico porque el animal no aguantaba en pie en el tercer muletazo. Oreja.

Cerraba la cara el tercero, eso que se dice agradable, y con él José María Manzanares toreó por delantales. Puyazo muy largo, apretaba el animal pero no humillaba y estuvo a punto de derribal al piquero. Buen tranco en banderillas.

Pronto en el tercio el alicantino, en redondo ante un astado de boyante embestida, que humillaba y repetía por abajo. Expresivo el torero, dos series en redondo con la diestra y dos largas series al natural. Otra de muletazos engarzados que no rematados y ligados, duraba la faena y se empezó a pedir el indulto. Manzanares se iba quedado con la copla y sujetaba al animal, pedía el indulto, y llegó. Era un animal noble, de nombre Palangrero, pero, de ahí a indultarlo, pues no.

Llevábamos casi hora y tres cuartos de festejo, cuando nos vimos obligados a concluir nuestra crónica por cierre de la edición. H