Muy a menudo se dice que la selva amazónica y, en general, las zonas selváticas son el pulmón del planeta. Sin embargo, aunque su función es de vital importancia, son los océanos y los mares los que conforman el sistema respiratorio de la Tierra. Son los encargados absorber el 30% del dióxido de carbono del mundo y el fitoplancton marino que habita en ellos genera el 50% del oxígeno necesario para la supervivencia. Además, los océanos regulan el clima y la temperatura y hacen que el planeta sea habitable para diferentes formas de vida.

Así lo recoge el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 14 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que recibe el título: Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible. Más allá de cumplir con una función vital, los océanos y los mares también tienen una responsabilidad crucial para el bienestar económico mundial. Y es que tal y como apunta la ONU en el ODS 14, "el 90% del comercio mundial depende del transporte marítimo; la pesca y la agricultura proporcionan a 4.300 millones de personas más del 15% del consumo anual de proteína de orIgen animal; más del 30% del petróleo y el gas que se producen en el mundo se extraen del mar; y el turismo costero representa el 5% del producto interior bruto (PIB) mundial y genera entre el 6% y el 7% del empleo mundial".

Aunque estos datos reflejan la importancia de su preservación, el peligro al que están expuestos los océanos y los mares ya es una realidad. De hecho, tal y como asegura la Red Española del Pacto Mundial en su publicación Océanos Saludables y Sostenibles: Oportunidades para el Sector Empresarial en la Economía Azul, "la absorción de carbono está cambiando la química del océano, disminuyendo su capacidad de absorber CO2 , haciéndolo más ácido y perjudicando a los seres vivos que habitan en sus aguas". Un dato preocupante es que la acidez oceánica ha aumentado un 30% desde el inicio de la revolución industrial. Otro de los principales enemigos del mar es el pástico: la ONU estima que 13 millones de toneladas de plástico llegan al océano cada año, algo que provoca la muerte de 100.000 especies marinas. Además, según datos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en sus siglas en inglés), España es el segundo país, después de Turquía, que más plástico vierte al mar Mediterráneo. Revertir esta situación es complicado, pero no por ello imposible. Salvar los océanos aprovechando su propia energía podría ser una realidad en 30 años. La energía marina u oceánica es un tipo de energía renovable transportada por las olas del mar, las mareas, la salinidad y las diferencias de temperaturas del océano.

Actualmente, este tipo de energía suministra el 0,2% de la electricidad mundial, pero según un informe publicado por la entidad dedicada a la gestión de riesgos DNV-GL, en el 2050 podría llegar a igualar, por lo menos, la energía suministrada por el petróleo marino. Para ese mismo año, la organización Ocean Energy Europe, dedicada a la promoción de la industria europea de la energía oceánica, prevé que este tipo de energía podrá proporcionarl el 10% de las necesidades actuales de la electricidad de Europa.