Victoria, de 34 años, nació con problemas de corazón que le han obligado a pasar por el quirófano en dos ocasiones y tiene un grado de discapacidad del 76 por ciento. Ha pasado el último año recluida en casa, junto a su madre, reduciendo sus salidas a la calle para evitar exponerse al coronavirus. Desde diciembre espera recibir una vacuna que las autoridades sanitarias le han asegurado que le administrarán por fin el jueves.

Pensó, tras recibir la vacuna de la gripe, que ya estaba inmunizada contra el coronavirus y pidió volver a su trabajo en la asociación a favor de las personas con discapacidad de la Costa del Sol (Aspandem) y reencontrarse con sus compañeros, a los que no ve desde hace más de un año.

Pero su hermana, Marisa Martín, y su madre, del mismo nombre, le tuvieron que advertir que tendría que seguir en casa para evitar contagiarse del Covid-19.

"«Le hacemos entender la situación y ella, la entiende. Pero, al mismo tiempo, ve que su vida ha cambiado mucho y que ya está desesperada por volver a ver a sus compañeros, a sentirse activa y a sentirse bien", apunta la hermana de Victoria.

Tampoco Marisa pensaba que el momento del reencuentro de su hermana con el resto de usuarios del centro ocupacional de vivero de Aspandem se fuera a demorar tanto tiempo.

Victoria, de 34 años, nació con una cardiopatía que le ha obligado a someterse a operaciones en dos ocasiones, tiene Síndrome de Down, con un grado de deficiencia del 76 por ciento, y forma parte del colectivo de grandes dependientes, prioritario para recibir la vacuna contra el Covid.

Pero, tras cuatro meses de proceso de vacunación, Victoria sigue recluida en la burbuja en casa, junto a su madre, contando las salidas que hace a la calle para evitar que contraiga el virus. "Si Victoria se contagiara, sabemos que la cosa no saldría bien. Afortunadamente, mi madre vive en una zona muy tranquila, cerca de la playa y pueden salir a pasear. Poco más. Intentamos, en lo posible, que no vaya a ningún otro sitio, como cafeterías o centros comerciales. Tampoco ha tenido contacto con más familiares que mi madre", señala su hermana.

Marisa reconoce que se llevó una "sorpresa" al leer en la prensa que la alcaldesa, Ángeles Muñoz, señalaba que daba por vacunado al colectivo al que pertenece Victoria y que anunciaba que el proceso de inmunización se centraría en otros grupos. En ese momento, "me puse en movimiento. Llamé a médicos, centros de salud, al Distrito Sanitario de la Costa del Sol, Salud Responde... He hablado con todo el que podía, pero nadie sabe qué, nadie sabe cómo, nadie me puede ayudar. Unos me atienden con más amabilidad y otros, con menos ganas, pero mi hermana sigue en casa", explica Marisa.

Se muestra "indignada" al ver que el proceso de vacunación se centra en colectivos con menos riesgos al virus que Victoria y no tener aún una cita para inmunizarla. "Estamos a mediados de abril. Ella era del primer grupo de vacunación, proceso que comenzó en diciembre, y sigue en casa sin haberse vacunado", apunta.

"Casos como el de mi hermana hay más. Hay chicos en Aspandem que son dependientes y grandes dependientes que siguen sin ser vacunados y están en sus casas. Los chavales necesitan mucha estimulación, su grupo social o sus actividades", explica.

Define a su hermana como una persona "feliz y muy buena" que pasa el tiempo en casa "con sus lecturas y sus dibujos". Pero si le preguntas, cuenta Marisa, quiere volver con sus compañeros de Aspandem y sentirse activa. "¿Cuándo vamos a ir a Marbella a tomar un chocolate con churros? ¿Por qué no lo podemos hacer?, me pregunta cada día", explica Marisa.

Finalmente, tras el ruido generado en las redes sociales, a Victoria le aseguraron este lunes que la vacunarán el jueves.