"Duende", un toro de Victoriano del Río premiado justamente con la vuelta al ruedo en el arrastre, propició con sus bravísimas y profundas embestidas los emotivos momentos que le valieron ayer a Emilio de Justo la salida a hombros de una plaza de Las Ventas que llenó por completo su aforo limitado.

Dentro de la que fue una corrida pasada de edad, de gran seriedad y muy aparatosamente armada, ese cuarto toro resultó el único realmente bravo del sexteto, pues, muy fino de hechuras y con 551 kilos de peso, ya salió embistiendo muy por abajo al capote del torero extremeño y aún lo siguió haciendo después a pesar de que fue pésimamente lidiado por la cuadrilla.

Aun así, lo vio claro De Justo, que brindó su muerte a César Rincón, tantas veces triunfador en esta plaza, y se dispuso, primero, a intentar someter tanta bravura, aunque sin acabar de conseguirlo, pues fue el animal quien llevó, casi siempre, la iniciativa del duelo.

La faena del torero de Cáceres se basó en series cortas, de pocos muletazos, y no siempre comprometidas en los cites, por lo que "Duende", que no regateó ni una sola arrancada, que se comía los engaños, a punto estuvo de desbordarlo en varias ocasiones.

Su mérito fue no volver la cara ante aquel vendaval de bravura, aun sin llegar a asentarse con ella ni a atemperarla, lo que solo sucedió ya al final, cuando el de Victoriano del Río iba perdiendo algo de su incansable fuelle.

Con todo, la plaza vibró con el encuentro, y en los tendidos se jaleó cada serie de pases gracias a la transmisión y la chispa que puso el animal, con el que De Justo se volcó en la estocada, cobrada en corto y por derecho, para que, ante tanto entusiasmo, el presidente asomara con generosidad los dos pañuelos blancos, pero también, y con toda justicia, el azul de los honores a "Duende".

De Justo ya le había cortado una oreja a su primero, otro ejemplar de buena condición con el que hizo un esfuerzo tan notable como desigual y cuyo cénit fue una soberbia tanda de naturales que no volvió a repetir.

En cambio, lo de mayor mérito, aunque esta vez sin premio, lo hizo con el sexto, un toraco altón, mansote y sin empuje en los riñones al que el extremeño asentó con paciencia y pulso para lograr como premio algunos naturales y una honda serie con la derecha en una obra creciente que malogró con los aceros, unos minutos antes de salir por el umbral de la gloria madrileña.

En este mano a mano de la pomposamente llamada "Corrida de la Cultura", el director de lidia, y ejerciendo el papel a conciencia y con ostentosidad, fue Antonio Ferrera, que para abrir boca se enfrentó a un ejemplar de volumen, pitones y hechuras decimonónicas, que embistió con poca entrega pero con fuerza arrolladora.

Magistralmente bregado por Antonio Chacón y picado por Aitor Sánchez, al que Ferrera ordenó salir a los medios para castigar su mansedumbre en una escena propia de las viejas tauromaquias, el toro exigió al pacense un plus de oficio y habilidad, alternando pitones y terrenos con absoluta maestría... menos a la hora de matar, cuando lo citó, sin sentido, exageradamente de largo.

Perdió ahí trofeos Ferrera, que luego "vendió" más de lo que consiguió con el mansito y huido tercero y no llegó a meterse en serio con el quinto, un toro encastado y aparentemente complejo pero al que nadie llegó a plantar cara con firmeza para que mostrara su verdadero fondo.

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Victoriano del Río (1º con el hierro de Toros de Cortés), todos a punto de cumplir los seis años y, dentro de su disparidad de volúmenes, de gran seriedad y con mucha aparatosidad de cabezas. De juego también muy desigual, destacó muy por encima el juego del cuarto, "Duende" de nombre, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre por su excepcional bravura.

Antonio Ferrera, de verde esmeralda y oro: estocada enhebrada y estocada baja atravesada (palmas tras aviso); estocada delantera desprendida (palmas); tres pinchazos, estocada honda y descabello (silencio).

Emilio de Justo, de añil y oro: estocada delantera desprendida (oreja); estocada (dos orejas); estocada caída y tres descabellos (silencio). Salió a hombros por la Puerta Grande.

Entre las cuadrillas, que tuvieron una tarde poco acertada, destacó sobremanera la actuación de Antonio Chacón con capote y banderillas, y un puyazo de Aitor Sánchez al primero.

"Corrida de la Cultura", segunda de la temporada en Las Ventas, con cartel de "no hay billetes" dentro de un aforo limitado a 6.800 asistentes.